Cómo una cocina ecológica puede cambiarte la vida

Hace un año Sira Sane, residente en Bricama Ba, un pueblo gambiano fronterizo con Senegal, cocinaba con tres piedras. En forma de triángulo refugiaban en su interior la leña y sujetaban en lo alto la cacerola donde hervía el arroz o el mijo, la carne, el pescado y las salsas con las que suelen acompañar los platos en estas tierras. Es la forma tradicional de cocinar en muchos lugares de África. Encontrar tres piedras es más fácil y barato que conseguir un hornillo o unos fogones en un lugar donde, además, la electricidad y el gas no son accesibles a toda la población. Hace un año la habitación donde Sira Sane cocinaba se llenaba de humo, afectando a su salud y a la de Manlafi, su hijo de 6 años. Gastaba más leña y temía porque el pequeño Manlafi, correteando de un lado para otro, se quemara con las brasas.

A día de hoy Sira Sane más de dos mil mujeres se benefician de nuevas cocinas. En cada hogar hay una de mayor tamaño para hervir el arroz, el mijo u otros cereales, y una pequeña para preparar las diferentes salsas acompañantes.

Más tiempo para ellas

“Lo que más agradezco es la mejora para la salud en comparación a las tres piedras. No volvería a utilizarlas”, señala Sira Sane. Fatou Touré, también vecina del pueblo de Bricama Ba (Gambia), está encantada con la disminución del tiempo de preparación de los alimentos. “El arroz tarda en cocinarse menos de una hora, el pescado tarda una hora y antes eran tres, la carne dos horas como máximo, antes le dedicaba cuatro horas. “Tengo dos gemelos de nueve meses así que el tiempo que ya no dedico a cocinar se lo dedico a ellos”, señala Fatou Touré mientras sostiene en sus brazos a uno de ellos. Como Sira y Fatou las mujeres del pueblo de Diabougou en Senegal observan los beneficios de haber cambiado de cocina. Mariama Penda explica que todo son ventajas. “Cuando vi que utilizando este tipo de cocina se gastaba menos madera me di cuenta de que era mejor utilizarla. Ahora algo que me gusta mucho es que no hace falta estar pendiente sólo de la comida, no hay que vigilar el fuego como antes”, señala.

Un estudio realizado por el Fundación para el Fomento de la Innovación Industrial de la Universidad Politécnica de Madrid concluyó que se había reducido un 43% la media de consumo de combustible para cocinar y un 61% el número de veces por semana que recogen la leña para el fuego. La menor cantidad de humo que se acumula en las habitaciones ha permitido una mejora de la salud de los beneficiarios debido a la reducción de las emisiones de las partículas que se acumulan en los pulmones, un 25% en Senegal, un 37% en Gambia, según los datos obtenidos por el mismo estudio.

Otros beneficios han sido la reducción del calor en las cocinas, permitiendo un mayor bienestar durante la preparación de las comidas; la comida tiene mejor sabor por la disminución del humo, hay mayor higiene en la preparación de los alimentos, una reducción de los problemas respiratorios, en los ojos y en la espalda y un alivio de trabajo para aquellas personas que tienen que ir a recoger la madera al bosque.

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Mujeres lideresas

Cambiar los hábitos no es fácil y más aún cuando llevas toda una vida cocinando de una manera. Por ello el papel de las mujeres líderes ha sido y está siendo muy importante. Se trata de un grupo de mujeres ( Unas 648 divididas entre los diferentes pueblos de los tres países donde se lleva a cabo este proyecto) que fueron elegidas por todas las demás para que lideraran esta iniciativa.

Yamundao Dramé, conocida por su influencia y capacidad de mover a las mujeres en Bricama Ba (Gambia) cuenta que al principio hubo ciertas reticencias. ¿Hay suficientes? ¿Son accesibles? ¿Dónde pueden encontrarse? eran algunas de las preguntas que se hacían las mujeres después de la charla que Yamundao Dramé dio para explicarles el proyecto. “Cuando les expliqué todo y les resolví las dudas, las mujeres estaban contentas y tenían mucho interés por este tipo de cocina”, explica orgullosa esta mujer líder.

Protegiendo el medioambiente

El uso de este tipo de cocinas, además de mejorar uno de los aspectos de la vida de las mujeres participantes en este proyecto, está vinculado también a la protección de los bosques y el medio ambiente. A través de la reducción del uso de madera y, en consecuencia, de las emisiones de CO2, pretende el desarrollo y la mejora de la calidad de vida de las poblaciones de Senegal, Guinea Bissau y Gambia. La disminución del uso de la madera contribuye además a la conservación del suelo y de todas las funciones del ecosistema del bosque como la regulación del agua.

Para que estas mujeres sigan utilizando las cocinas mejoradas se pretende la creación de cajas de ahorro comunitarias. En el pueblo de Mariama Dramé, en Senegal, ya se puso en marcha esta iniciativa. “Cada mujer pone 250 CFA al mes (unos 40 céntimos de euro) para que si a alguna se le rompe la cocina en un futuro pueda reemplazarla”, explica Mariama Dramé, “es un sistema que ya utilizábamos antes para cubrir las necesidades de las mujeres”.

Cuando comenzó el proyecto este cilindro metálico no decía nada a mujeres como Sira Sane, Fatou Touré o Mariama Penda. Ahora su salud, y la de los pequeños que en sus espaldas están presentes mientras cocinan.

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