La conciencia ambiental llega a los colegios de Marruecos
La conciencia ambiental está abriéndose camino en Marruecos a través de la infancia y las mujeres. Alianza por la Solidaridad financia las campañas que organizan diversas organizaciones locales, en las cercanías de Tánger y Tetuán, una región con graves problemas de contaminación en los ríos, causados por los residuos de almazaras que son cada vez más grandes. Gracias a esta actividad educativa, cientos de jóvenes aprenden a plantar árboles, a evitar malgastar el agua potable, a entender los daños que generan la basura.
Se trata del proyecto de ADAGE y comenzó sus actividades a finales de marzo con la Asociación Eco-green y otras organizaciones de la comarca de Tánger y de Tetuán. Fue 27 de marzo de 2015, en el municipio Ain Baida (Ouezzane), donde se realizó la primera de las actividades previstas bajo el lema «Educación y sensibilización para el consumo responsable”.
Con la presencia de las autoridades locales, se inauguró un taller en el que los niños y niñas comprendieron que una simple bolsa de plástico tarda 150 años en desaparecer en el medio ambiente. También hubo actividades de sensibilización sobre los beneficios de los bosques y la relación entre energía-sequías. Y lo hicieron disfrutando, jugando, dibujando, plantando… “Estas actividades tendrán un impacto positivo en las generaciones futuras mediante la adquisición de comportamientos positivos hacia el medio ambiente, la reducción de residuos, sobre todo plásticos, y el consumo responsable de agua y electricidad”, nos comenta Helene Scotto, nuestra representante en Marruecos.
El segundo día de campaña se celebró en el municipio Aina Baida, con las escuelas Harara y Omar Aziz Tijani College, pero aún quedan muchos centros por recorrer esta primavera y muchos jóvenes que concienciar sobre la necesidad de cuidar el planeta.
Aprendiendo a reciclar los residuos contaminantes
Además, el proyecto también se dirige a las personas adultas, especialmente a las mujeres que trabajan en las almazaras, a las que se han dirigido las asociaciones con las que trabaja Alianza. Entre otras cuestiones, se les plantea la posibilidad de recoger esos residuos contaminantes de las aceitunas, secarlos y reutilizarlos como biocombustible o fertilizante. Y para cerrar el círculo, en el municipio de Fran Ali, donde hay muchas mujeres que hacen artesanía de barro, y que utilizan leña en sus hornos, se les informa de la posibilidad de usar esa biomasa de las olivas para sus propios negocios.
El proyecto ADAGE es un ejemplo de colaboración entre varias asociaciones locales, financiadas por Alianza por la Solidaridad con fondos de la AECID. “Es una excelente fórmula para reforzar las organizaciones de la zona, formadas por jóvenes, porque les formamos, les reforzamos y les responsabilizamos de las actividades, incluso de los contactos con las autoridades”, nos cuenta Scotto. En definitiva, un trabajo en alianza que crea eco-conciencia donde antes no existía.
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