Existe una crisis siria (y se acentúa en la A)

El 50% de las personas refugiadas, un total de 65,5 millones, son MUJERES. Mujeres que han escapado de una guerra, del mismo terrorismo que condenamos nosotros, hoy con más fuerza que nunca. Mujeres que, además de sufrir todo lo que ya sabemos que sufren las personas refugiadas –pobreza, dolor, soledad, desamparo, condiciones insalubres, frío, sin techo…–, sufren por ser mujeres. Sí. Te daré un ejemplo. Violencia en el hogar (el hogar que ya no tiene ese nombre de por sí, puesto que se ha visto obligada a huir); violencia ciudadana, allá donde van son vistas como la peor escoria; aislamiento social, dejando atrás a hermanas, madres, primas, amigas, ese apoyo que una tiene fuera de su casa; abuso sexual, tanto dentro como fuera de casa.


Estas MUJERES sirias refugiadas pasan un infierno más acentuado aún (si pudiéramos llegar a imaginarlo). ¿Cómo es que un 45,7% de las refugiadas ha tenido un embarazo desde que dejó su país si viven en la más extrema pobreza? NADIE vela por su salud reproductiva y sexual. Esta atención especializada no es tenida en cuenta en las intervenciones humanitaria globales. Por ello, Alianza por la Solidaridad no sólo ha denunciado este hecho sino que ha pasado a la acción:

En Jordania (Madaba, Jerash y Ajlun), tres clínicas de atención a la salud sexual y reproductiva para las refugiadas, en colaboración con el jordano Instituto de Salud Familiar (IFH, por sus siglas en inglés) se encargan de asistir las necesidades que se invisibilizan en la terrible situación de la población refugiada. Allí, además de la asistencia ginecológica y de planificación familiar, motivo principal por el que asisten, se detectan los casos de violencia y se ofrecen tratamientos psicológicos. Además de darles un espacio donde estar seguras y compartan sus vivencias. Donde hacer amigas de nuevo. Hacer vida más allá de la guerra. Sólo Mádaba realiza al año 10.000 consultas.

Esto ha sido posible gracias a ti. Y para que siga siendo así necesitamos la colaboración para mantener las clínicas y poder seguir prestando esta atención tan necesaria, pero continuamente olvidada en las intervenciones humanitarias.

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