Mauritania: una etapa en el camino que se convierte en destino

Durante muchos años, Nouadibou fue punto neurálgico de partida de los “cayucos”, las precarias y peligrosas embarcaciones que se usan, previo pago de cantidades elevadas,  para los más de 700 km de peligroso viaje migratorio a las costas Canarias.

En la actualidad, aunque esta ruta ha decaído por el endurecimiento de la vigilancia, Nouadibou sigue siendo territorio de migrantes: quienes vienen de otros países africanos con el objetivo de quedarse en Mauritania conviven con quienes ven en Mauritania una etapa en su ruta migratoria hacia Europa. Allí intentan reunir el dinero necesario para realizar ese ansiado viaje que, en demasiados casos, les puede costar la vida. La estrategia mauritana de migraciones (2010) contemplaba que, sólo en 2006, cerca de 13.000 personas habrían muerto o desaparecido en el mar en la ruta hacia Canarias. En 2010, menos de 100 personas habrían alcanzado su destino en las costas canarias, según fuentes de la Guardia Civil y del Frontex.

Por eso, con el endurecimiento de los requisitos para migrar y el control férreo de las fronteras, en los últimos años cada vez más personas convierten esta etapa transitoria en destino final, renunciando a continuar su viaje e instalándose en Nouadibou para emprender una nueva vida.

Los datos del trabajo en terreno desmienten las recientes declaraciones del Ministro de Interior, Fernández Díaz, que afirmaba que 80.000 migrantes se disponen a dar el salto a España, sumando los que están en Marruecos y Mauritania (a más de 2.000 kilómetros en línea recta de Ceuta).

Las condiciones de vida de estas personas en Mauritania es de marginalidad absoluta. A la falta de acceso a derechos y servicios básicos se une el rechazo creciente por parte de la población mauritana.

Sobre esto sabe mucho Pere Jerôme Otitoyo­mi, un sacerdote de origen nigeriano que se ha convertido en el referente para quienes llegan a Nouadibou.

Desde su llegada a la Misión Católica de Nouadhibou en 2003 hasta hoy, ha convertido a esta institución en la primera etapa de todas las personas que llegan, un hogar y punto de encuentro en el que no se discrimina a nadie. Frente a otras utilizaciones partidistas o proselitistas de la ayuda, en la Misión Católica se acoge y se asiste mensualmente a cerca de 200 personas de cualquier origen, condición o credo religioso. Sin preguntas: se les da habitación durante unos días, se les asesora sobre su situación jurídica y sus posibilidades, se les proporciona atención sanitaria y se les pone en contacto con las redes existente en la ciudad según nacionalidad.

A quienes se plantean quedarse y buscar trabajo, en el Centro se les da apoyo, acompañamiento y formación. En los últimos años se ha ido complicando en Mauritania el acceso al trabajo de los inmigrantes. El Gobierno, arropado por las políticas migratorias europeas, endurece las condiciones para que personas extranjeras puedan acceder al permiso de trabajo.

En la mayoría de casos se requiere la nacionalidad mauritana, y se ha de demostrar que no existe personal mauritano cualificado para realizarlo. En trabajos de baja cualificación se solía hacer la vista gorda, así que estas personas trabajaban principalmente como empleadas de hogar, en la pesca o en la construcción. Un estudio de la Organización Internacional de Migraciones que data de 2010 mostraba que el 88% de los cerca de 42.000 migrantes que trabajaban en Mauritania, lo hacían en el comercio, la construcción, la mecánica o la pesca. Pero incluso para estos puestos se está endureciendo la concesión de permisos.

Ante el clima de inseguridad que vive Mauritania, la mayoría de organizaciones internacionales han salido del país y hoy, muy pocos actores ofrecen alternativas para asistir o mejorar las condiciones de vida de la población migrante.

Alianza por la Solidaridad apoya desde hace casi ocho años el trabajo de la Misión Católica en Nouadibou. Nuestro trabajo consiste en apoyar y dar formación a su personal en herramientas de gestión, en formulación y ejecución de proyectos, contabilidad, en asistencia psicosocial, etc… para mejorar la asistencia que se da a las personas migrantes.

Entre estas formaciones se incluye también una específica sobre Derechos Humanos: ley de migraciones, tramitación de la carta de residencia para extranjeros, asistencia jurídica, licitación… Por su interés para la población general, parte de estos contenidos se dirigirán también a la población mauritana y migrante, ya que sólo conociendo los derechos se puede exigir su ejercicio.

Para mejorar las condiciones en las que las personas más vulnerables acceden a medios de vida, se les da formación para encontrar empleo o montar y gestionar un negocio, apoyo económico para hacerlo en forma de microcréditos…

En esta línea, en los últimos años Alianza por la Solidaridad ha puesto en marcha iniciativas exitosas de formación en costura, tinte, cocina, idiomas, alfabetización, informática… dirigidas a población migrante y local, y favoreciendo así la integración.

Una vez finalizada la formación, se apoya (técnica y financieramente) a las personas participantes para que puedan montar sus pequeños negocios propios, individualmente o en cooperativa: empresas de confección de pañuelos, minirestaurantes, etc… En las formaciones se incluyen módulos para aprender a gestionar bien el crédito y los pequeños emprendimientos económicos, para asegurar que sean sostenibles.

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¿Crees que los Derechos Humanos han de ser garantizados a todas las personas, con independencia de su origen o situación administrativa? Quizás te interese conocer otras experiencias de trabajo en migraciones. También puedes leer más sobre nuestro trabajo en Mauritania.

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