El apoyo comunitario puede romper barreras: historias de mujeres en movimiento
El Día Mundial de las personas refugiadas de este año está dedicado al tema de la solidaridad. La solidaridad no es una forma de caridad de arriba hacia abajo, sino una manera transformadora de romper barreras, centrando el liderazgo de las comunidades refugiadas y migrantes y apoyándolas para enfrentar los muchos obstáculos que encuentran en su camino.
Día Mundial de las personas refugiadas
En Europa, las personas migrantes y refugiadas enfrentan desafíos a lo largo de su trayecto hacia los Estados miembros europeos y continúan enfrentando dificultades persistentes una vez que llegan. Las mujeres migrantes, en particular, están expuestas a una mayor discriminación: el acceso a la movilidad internacional no es neutral en cuanto al género, ni lo es la estancia en un país de acogida.
Los procesos de gestión fronteriza, la concesión del estatus de refugiado, las vías de migración laboral pueden ser muy restrictivas, a menudo acaban ocupando puestos muy inferiores a sus capacidades, mientras que los estrictos criterios para la reunificación familiar afectan fuertemente a las mujeres. Una vez en Europa, las mujeres migrantes tienen una mayor probabilidad de permanecer en trabajos precarios e informales, enfrentan obstáculos para la inclusión en el mercado laboral y generalmente están más expuestas a la discriminación en base a estatus, género y origen racial.
Para romper estas barreras, la solidaridad es una herramienta crucial, transformadora de resistencia y empoderamiento. Para nosotras, la solidaridad significa centrar la voz y el liderazgo de las mujeres migrantes en el diseño conjunto de servicios, políticas públicas y la co-gestión de proyectos. Significa trabajar hacia comunidades inclusivas, interseccionales y resilientes que puedan reclamar y defender sus derechos.
Solidaridad feminista con las mujeres refugiadas
En Irlanda apoyamos a padres y madres solteras que han recibido o están solicitando protección internacional.
“Al venir de Nigeria, uno de los mayores desafíos que enfrenté en Irlanda fue la sensación de aislamiento. Como migrante, puede ser difícil encontrar dónde perteneces, especialmente cuando no te ves reflejada en los sistemas que te rodean. Navegar por los servicios, encontrar espacios seguros y lidiar con suposiciones sobre quién eres o qué aportas puede ser abrumador.” Janet, migrante y asesora en ActionAid Irlanda.
En particular, un problema recurrente es la dificultad para acceder a la vivienda. Las madres solteras enfrentan discriminación en cada paso cuando buscan su propio alojamiento, desde el sexismo hasta el racismo y el clasismo, lo que dificulta aún más conseguir un hogar en medio de una crisis habitacional ya desafiante en Irlanda.
Para enfrentar estos retos, empoderamos a estas personas para que reclamen sus derechos y consigan mejorar sus condiciones de vida, derechos y bienestar general. Esto comienza creando comunidades fuertes donde las personas pueden compartir sus luchas, ayudarse mutuamente a encontrar soluciones y sentirse vistas como personas completas, no solo a través de su estatus migratorio.
Como cuenta Janet: “Me negué a quedarme en silencio o invisible. Me conecté con otros migrantes y organizaciones sociales, especialmente mujeres, que compartían experiencias similares. Ese sentido de comunidad me ayudó a encontrar mi voz. Venimos de lugares e historias de vida diferentes, pero estamos unidas en nuestro deseo de hacer Irlanda más inclusiva y justa. Las otras asesoras me inspiran cada día. Compartimos conocimientos, nos desafiamos y construimos fuerza juntas. Es uno de los pocos espacios donde me siento plenamente vista, no solo como mujer migrante o defensora, sino como una persona completa con algo significativo que ofrecer.”
El apoyo, la energía y la fuerza recibidos de una comunidad de pares crean esperanza para el futuro. En particular, para las mujeres que son madres solteras, también crea esperanza para sus hijos. A través de su fuerza y solidaridad, están abriendo camino unas para otras y para una sociedad irlandesa más inclusiva.
¿Empleos solo para extrajeras?
Cuando llegan a un país nuevo, el primer empleo que tienen suele ser en sectores de baja protección como la agricultura y el trabajo doméstico, que están expuestas a condiciones laborales explotadoras. Es la consecuencia directa del enfoque basado en competencias para permisos de trabajo promovido por las políticas migratorias de la UE.
Ser temporera o el trabajo doméstico o de cuidados están altamente feminizados y suelen caracterizarse por un estatus migratorio precario —a menudo temporal— y condiciones laborales que crean y refuerzan la situación de vulnerabilidad de las mujeres. Nuestro trabajo con mujeres migrantes en estos sectores se basa en un enfoque participativo y transformador: las mujeres son empoderadas para desarrollar demandas políticas y de incidencia, reclamar sus derechos y defender servicios públicos inclusivos e integrados.
Olga Dianova es una de las mujeres que ha participado activamente en los proyectos de ActionAid. Olga llegó a Italia en 2022, con sus dos hijos, tras huir de la guerra en Ucrania. En Ucrania, trabajaba como pastelera y diseñadora de pasteles. Al llegar a Italia, Olga tuvo muchas dificultades para encontrar vivienda, acceder al sistema de salud y equilibrar el trabajo con las responsabilidades familiares. Encontrar una casa fue especialmente complicado debido a su condición de extranjera y con raíces nigerianas, madre soltera sin contrato laboral estable. El acceso al sistema de salud, durante meses no pudo reservar citas médicas, también fue muy difícil debido a la naturaleza temporal del estatus de protección. A pesar de estos desafíos, Olga ha logrado ahora comenzar su vida en Italia. Gracias a la solidaridad de una familia que la acogió. Ahora, a través del trabajo de ActionAid, inició el proceso de reconocimiento de sus dos títulos en Finanzas y Tecnología de Alimentos obtenidos en Ucrania y obtuvo una beca que le permitió matricularse y continuar su carrera en Tecnología de Alimentos en la Universidad de Bari. Actualmente trabaja en una pastelería en Bari y sueña con abrir su propia pastelería en el futuro.
“Mi alegría viene de ver que ocurre el cambio, por pequeño que sea. Cuando alguien se siente escuchado, o cuando una madre que se sentía sola finalmente encuentra apoyo, eso me da fuerza. Mi herencia nigeriana me da un profundo orgullo y resiliencia. Vengo de mujeres fuertes, y llevo ese legado conmigo. Me recuerda que mis experiencias —tanto el dolor como la sanación— pueden ayudar a otras a encontrar también un camino hacia adelante.”
La historia de Olga es una historia de resiliencia. Es el ejemplo de que cuando las personas —cualquiera sea su estatus— son apoyadas en lugar de ser empujadas al aislamiento, pueden prosperar y contribuir a construir sociedades más fuertes e inclusivas.