Grigor y Danica: 4 días que lo cambiaron todo

La madre de Grigor salió de Ucrania el pasado 20 de febrero, cuando la guerra era un rumor, una sospecha que nadie acababa de creer. Se fue a trabajar a Alemania y decidió dejar al niño, de 9 años, en su casa de Kiev para que pudiese continuar yendo a la escuela con normalidad. A cargo de Grigor se quedó Danica, su abuela, de 67 años.

La guerra en casa

Solo tuvieron que pasar cuatro días para que todo cambiara de golpe. Y tan de golpe. Una de las bombas que marcó el inicio de la guerra cayó a pocos metros de la casa de Grigor y Danica, a las 4 y media de la mañana del 24 de febrero. Danica recuerda bien el día y la hora, también los destrozos que pudieron ver a muy pocos metros desde su ventana. Esa fue la primera de las imágenes del horror. Tenían la guerra en casa.

Largo y costoso camino hacia Polonia

Danica cuenta que decidieron huir enseguida. El lugar en el que vivían no era seguro y no podían quedarse indefinidamente en el sótano. El trayecto fue largo, en total seis días de camino. También fue costoso, tuvieron que pagar por el transporte una cantidad que no especifica.

En ese camino hacia Polonia, les tocó ver más imágenes del horror de la guerra. Desde la ventana del coche, veían cuerpos sin vida en las cunetas.

“Habían dejado allí los cadáveres, sin tiempo para enterrarlos, ni para hacer el duelo y despedirse de ellos”, rememora Danica.

Pasaron miedo, explica, sobre todo cuando se cruzaron con soldados. Sus palabras cobran más sentido, se hacen más palpables, ahora que las fotografías de Bucha han dado la vuelta al mundo.

«Todo lo que necesitamos»

Danica y su nieto Grigor han llegado a la localidad polaca de Zosin y al fin pueden recuperar la tranquilidad, comer bien, abrigarse y descansar. “Aquí tenemos todo lo que necesitamos”, explica la abuela, que siente un profundo cansancio.

La de Danica es ahora una situación mucho más tranquila que la de su hermana mayor, que lleva muchos días viviendo en una estación de metro de Kiev. También están mejor que su hermana pequeña, refugiada en una pequeña ciudad cercana a Kiev. Ambas siguen contándole imágenes de horror, que Danica no puede olvidar.

Abuela y nieto esperan a que la madre del pequeño pueda llegar hasta Zosin para recogerlos y llevarlos con ella hasta Alemania. Quién iba a decirles aquel 20 de febrero que la próxima vez que se verían sería en estas circunstancias.

 

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