Luchemos contra la violencia obstétrica
Por Gioconda Diéguez, Alianza-ActionAid Bolivia
El embarazo, parto y posparto es un proceso que sucede en un cuerpo gestante y es la persona gestante la principal protagonista de dicho proceso. Sin embargo, las mujeres suelen ser desapropiadas de sus propios cuerpos y de las decisiones en sus procesos reproductivos. El personal de salud, en muchas ocasiones, se apropia de los cuerpos de las mujeres y asume el protagonismo, poniendo sus conocimientos y decisiones incluso por encima de los de las mujeres. Este es un trato que las deshumaniza y violenta, con pérdida de su autonomía y, por ende, vulneración de sus derechos humanos. Esto ha sido definido como violencia obstétrica, un tipo de violencia de género que se constituye en una expresión del sistema patriarcal imperante y se basa en las relaciones de poder desiguales, donde las mujeres pierden poder sobre ellas mismas.
Desde 2007 varios países latinoamericanos han reconocido la violencia obstétrica y han generado legislación al respecto. Venezuela fue el primer país en incluirla y tipificara en su legislación. Le siguieron otros países como México y Argentina. Bolivia lo incluyó en la “Encuesta de prevalencia y características de la violencia contra las mujeres” (INE, 2017) y aunque la ley 348 (para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia) no incluye específicamente el término “violencia obstétrica”, esta importante ley reconoce la “violencia contra derechos reproductivos” y “violencia en servicios de salud”.
Por más embarazos, partos y puerperios saludables y seguros
Entre las expresiones de violencia obstétrica está el tratar el proceso de gestación, parto y puerperio como una enfermedad y no como el proceso natural que es, con excesiva intervención médica. También son violencia obstétrica los gritos, malos tratos, burlas y/o recriminaciones hacia las mujeres, exámenes y cesáreas innecesarias, procedimientos médicos sin consentimiento de la mujer gestante, parturienta o puérpera, falta de confidencialidad y/o privacidad, no respeto a sus costumbres, desvalorización de sus conocimientos, infantilización de las mujeres, episiotomía (corte en el periné) de rutina, negativa a la atención, etc.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha generado evidencias en cuatro países de ingresos bajos (Ghana, Guinea, Myanmar y Nigeria). En ellos, más de un tercio de las mujeres sufrieron maltrato durante el parto en establecimientos de salud, siendo las más jóvenes y con menos formación las que corren mayor riesgo de sufrir malos tratos (OMS, 2019). En Bolivia, la encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística señala que el 63,5% de las mujeres que fueron atendidas durante su parto en un centro de salud fueron víctimas de violencia obstétrica (INE Bolivia, 2017).
Luchemos contra la violencia obstétrica
El experimentar violencia obstétrica puede traer diversas consecuencias en las mujeres, tanto físicas como psicológicas, así como en su vida sexual. Puede cambiar su autopercepción y afectar a su bienestar general, es decir, a su salud y su vida.
Gestar y parir es un proceso natural que requiere, en principio, libre decisión de la mujer. Si ella decide atravesarlo, es su derecho que se lleve a cabo de manera saludable y segura. Que tenga atención de calidad y sus derechos sean respetados, especialmente los sexuales, reproductivos y sus derechos como usuaria de los servicios. Es importante luchar contra toda violencia hacia las mujeres en todos los campos de la vida, incluido el de su salud sexual y reproductiva. Luchar contra la violencia machista es una lucha incansable y muy necesaria en Latinoamérica y en el mundo.