Inmigrantes senegaleses en Canarias impulsan proyectos en su país: Fatou ya tiene sus pollos

Fatou Badji, profesora en Mbour (Senegal), siempre había soñado con montar un negocio relacionado con la alimentación. Lo que Fatou no imaginaba es que un día su hermana Marang, migrante en Canarias, le propondría llevar a cabo un proyecto de avicultura. “Cuando mi hermana me propuso realizar el proyecto pensé que era una oportunidad para poder crear empleos y que las mujeres se beneficiaran”, señala Fatou (en la imagen, arriba la segunda a la izquierda). Marang pensó que creando este proyecto podría mejorar la situación de su familia y la de sus vecinos, ya que son las mujeres de su barrio las que trabajan también en este proyecto a cambio de un salario. Para Fatou, esta pequeña granja de pollos situada en la localidad de Mboro y que lleva ya un año en funcionamiento, es una satisfacción ya que “va a permitir además de crear puestos de trabajo, diversificar la alimentación de la población local, aunque la mayor parte de los pollos es vendida en Dakar y también en algunos mercados en Mbour y Thiès”.

Al mismo tiempo, en Las Palmas de Gran Canaria, Sandene Sarr, otro migrante senegalés, pensaba que desarrollar un proyecto en el lugar donde nació, en Mboudaye Sérère (departamento de Kaolack), permitiría mejorar la calidad de vida de los vecinos del pueblo. Seguro del impacto positivo que podría tener sobre el desarrollo económico y social de esta localidad rural, Sandene puso en marcha una empresa de servicio agrario de desarrollo rural, poniendo al frente a su hermano Layti. “Es un proyecto que está beneficiando sobre todo a las mujeres que dedicaban mucho tiempo a moler el mijo y que ahora, gracias a la trilladora, tienen más tiempo para otras tareas domésticas, han ganado en calidad de vida”, cuenta Layti. El servicio agrario de desarrollo rural ofrece una trilladora y un molino de mijo, maquinaria aportada por ellos mismos. Y gracias a la camioneta que han alquilado, prestan esta maquinaria a otras habitantes de la región para facilitar los trabajos agrícolas. “Antes las mujeres tenían que andar kilómetros para moler el mijo en Kaolack, ahora pueden hacerlo aquí o se alquila y transporta la maquinaria con la camioneta al lugar donde lo necesiten”, explica Sandene.

Estos dos proyectos, junto al de Cheick Moussa Ningue, que consiste en otra pequeña granja de pollos y la explotación de un terreno para producir verduras y hortalizas a pocos kilómetros de Thiès, así como la iniciativa de Fatimata Dia Fall de abrir un restaurante en el barrio de Cambérene, en Dakar, se ha puesto en marcha en el marco de una iniciativa más amplia denominada “Senegal-Codesarrollo-Canarias: tejiendo redes Canarias-Senegal (SECOCAN)”. Se trata de un proyecto que comenzó en febrero de 2011 con la intención de impulsar el trabajo en red de colectivos senegaleses en Canarias para promover la creación de empleo y el desarrollo económico en Senegal, una iniciativa que se sitúa en el marco del Programa MAC 2007-2013 de la Unión Europea dirigido a la Cooperación Transnacional, financiado a través de los fondos FEDER de la Unión Europea y que se ha sido impulsado gracias al Gobierno de Canarias, Alianza por la Solidaridad, CEAR y el Centro de Orientación y Documentación sobre las Migraciones (CODM, socio en Senegal) y la colaboración de la CASAC (Coordinadora de Asociaciones Senegalesas del Archipiélago Canario). Estos cuatro proyectos fueron seleccionados entre los 41 que fueron presentados y que debían cumplir los siguientes requisitos: haber realizado la formación previa de elaboración de proyectos y plan de negocio que ofrecía el SECOCAN, ser de origen senegalés, ser residente en Canarias y tener un socio en Senegal. El presupuesto invertido para la puesta en marcha de estas pequeñas actividades productivas ha sido de 30.000 euros.

La puesta en marcha de estas actividades ha permitido mejorar la vida de las personas que forman parte de ellas, pero también de sus familias. “Ahora estoy mucho mejor que antes, este proyecto me ha ayudado a conseguir dinero porque antes no sabía de dónde lo iba a obtener para arreglar mis problemas y también me permite ayudar con el alquiler de la casa a mi madre”, cuenta el joven Moustapha Niang, nacido en Cambèrene y que trabaja en ‘Chiringuito Dialy’, un pequeño restaurante situado en un centro comercial que abrió sus puertas no hace mucho en el barrio y que ofrece desde platos típicos de Senegal a pasta y hamburguesas. Este proyecto, presentado por Fatimata, residente en Fuerteventura, ha dado por el momento un puesto de trabajo a cinco jóvenes del barrio que necesitaban una fuente de ingresos.

La formación de todas las personas que trabajan ahora en estas pequeñas empresas ha sido también un punto esencial de SECOCAN. Así, se ha ofrecido formación en comunicación social, participación y liderazgo y en elaboración de proyectos y plan de negocios en Canarias y en gestión, técnicas de avicultura y manipulación de alimentos e higiene en Senegal. “He aprendido muchas cosas”, explica Fatou, “Alianza por la Solidaridad nos ha formado en gestión de proyectos y en avicultura. Estos conocimientos los voy a poder utilizar más allá del proyecto”. Para Layti la formación también ha sido de utilidad, “nos ha dado conocimientos que verdaderamente nos ayudan tanto para este como para otros sectores”.

Este mes el SECOCAN llega a su fin y es por eso que el 3 y 4 de junio Alianza por la Solidaridad ha llevado a cabo en Dakar (Senegal) unas jornadas de intercambio de experiencias sobre el papel que la diáspora senegalesa debe jugar para contribuir al desarrollo de su país. “Yo soy optimista”, asegura Fatou, “hemos comenzado a producir aquí, en la casa familiar, pero a largo plazo me gustaría tener un terreno y aumentar la producción, construir una gran granja de pollos”. Este es un pensamiento común, también Layti quiere que el proyecto se amplíe, conseguir más maquinaria y de este modo crear más puestos de trabajo. Por su parte, Moustapha señala que “aunque sólo llevamos cuatro meses con el restaurante abierto, porque el proyecto no era sólo abrirlo sino también comprar el material, reformar el local y decorarlo, estoy pensando que esto va a mejorar, que estamos en el buen camino porque la gente está conociendo el sitio y cada vez vienen más clientes”. Con este optimismo, estas pequeñas empresas que han surgido y realizado sus primeros pasos de la mano de SECOCAN seguirán su camino de manera autónoma y con el sueño de ser cada vez más grandes.

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