La pandemia del Covid-19 nos ha enseñado que un mundo más justo y mejor no es solo una cuestión de justicia. Es una cuestión de supervivencia.

Durante la pandemia del Covid-19, los multimillonarios han incrementado sus beneficios un trillón de dólares. Pero para otros la situación es muy distinta: el hambre vuelve a estar presente en comunidades en las que lo considerábamos erradicado, la violencia contra las mujeres se ha agravado exponencialmente y las consecuencias del cambio climático afectan cada vez más a los países empobrecidos a pesar de que su responsabilidad en las emisiones de CO2 ha sido y es infinitamente menor que la de los países desarrollados.

Para colmo, la crisis de la COVID 19 está retrasando la implementación de los compromisos firmados en el Acuerdo de París, por lo que seguimos muy lejos de cumplir con el objetivo de no sobrepasar los 1,5ºC de aumento de temperatura de la tierra.

Es el momento de exigirles a los líderes mundiales que dejen de mirar hacia otro lado, que queremos un futuro mejor y más sostenible para todas, no solo para unos cuantos.

Los países del Norte tienen especial responsabilidad en la crisis climática que nos afecta, ya que son los principales emisores de CO2.

Por el contrario, los países empobrecidos a pesar de no ser responsables de la mayor parte de las emisiones responsables del cambio climático, sufren sus impactos más severos, ya sea en forma de eventos climáticos extremos como los huracanes o de fenómenos que se producen más lentamente como la desertificación. Ante esto es más necesario que nunca exigir justicia ambiental. 

Un ejemplo claro de esto, es la situación de emergencia que se vive en Centroamérica como consecuencia del paso de los huracanes, que en 2020 ha supuesto un nuevo récord. El cambio climático tiene especial relación con el aumento del número de fenómenos violentos como los huracanes y la intensidad de los mismos.

Pero a pesar de las alarmas, increíblemente, las industrias que más contribuyen al cambio climático son las que están recibiendo una gran parte del dinero proveniente de los rescates para paliar los efectos económicos de la Covid-19.

Promedio de emisiones de CO2:

(Toneladas métricas per cápita)

15,5
ESTADOS UNIDOS
15,3
CANADÁ
6
REINO UNIDO
0,3
MOZAMBIQUE
0,1
MALAWI
0,9
ZIMBABWE

En resumen, los países empobrecidos, casi no generan emisiones de gases de efecto invernadero, pero se ven desproporcionadamente afectados por los efectos del cambio climático.

Es el momento de reclamar una Transición Climática Justa:

  1. Pedimos a los países más desarrollados y que más han exacerbado el cambio climático a que contribuyan en mayor medida en el proceso de transición ecológica y que apoyen iniciativas como el Fondo Verde para el Clima (GCF), para permitir la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático en los países más pobres. Y especialmente al Fondo de daños y pérdidas, para paliar las consecuencias más directas y negativas de los fenómenos exacerbados por el calentamiento global.
  2. Un cambio de reglas en la manera en que las empresas gestionan su actividad hacia un modelo más sostenible con el medioambiente, fomentando la inversión en alternativas ecológicas.
  3. Pedimos el cumplimiento de los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París, con planes ambiciosos de reducción de emisiones que permitan que el aumento de temperatura no sobrepase los 1,5ºC.