La impunidad de la violencia contra las mujeres nos lleva a vivir con miedo

La mayoría de las mujeres, en algún momento de nuestras vidas, hemos sido víctimas de alguna forma de violencia, ya sea física, psicológica, sexual, patrimonial, económica… Frente a esto, es lógico preguntarse ¿por qué las mujeres vivimos violencia? ¿Será por el solo hecho de ser mujer? Qué cruda e injusta realidad. Nadie debería ser condenado a vivir esta violencia, que por la construcción de roles y el ejercicio de poder por parte de los hombres sobre el cuerpo y la vida de las mujeres se ha naturalizado y que se camufla como algo “normal”.

Es en este sentido que vivimos con miedo, miedo en las calles, en nuestras oficinas, en nuestras casas, y en cualquier lugar en el que nos encontremos, pues la violencia se ejerce en todos los espacios, y en el peor de los casos, termina en feminicidio, luego de un ciclo de violencia sistemática y en escalada, siendo éste el eslabón más alto de violencia hacia las mujeres y que ocurre por el solo hecho de ser mujer.

No pasa un solo día sin que escuchemos casos de violencia de género. Estas noticias son tan cotidianas que ya dejan de sorprender, salvo por el morbo que genera conocer cómo sucedió y si es que de por medio hay un episodio de infidelidad, venganza o alguna situación que ponga en tela de juicio la conducta de la víctima, con el fin de justificar el delito, sin detenernos a pensar en la situación extrema en la que pudo estar viviendo.

Por todo ello, este 25 de noviembre, como cada año y en conmemoración del vil asesinato de las hermanas Mirabal por órdenes del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, marcharemos a fin de exigir la eliminación de la violencia contra las mujeres o al menos lograr detener esta pandemia de violencia que estamos viviendo.

Lee el artículo completo en el periódico boliviano La Razón
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