Los refugiados y refugiadas de Siria: endeudados, hambrientos… olvidados

El 86% de los refugiados sirios vive por debajo de la línea jordana de la pobreza, una línea tan fina que es de 96 dólares per cápita por mes. Así se refleja en una encuesta reciente sobre vulnerabilidad realizada por agencias de la ONU, que nos dice que cada una de esas personas, que perdieron su casa, su trabajo, sus bienes, tiene una deuda media acumulada de 221 dólares. En definitiva, que a los refugiados que huyen de esa cruenta guerra, y no pueden intentar el ‘salto’ a Europa, les cuesta cada vez más sobrevivir de forma independiente en el país vecino.

Como consecuencia, muchos de los que se quedaron en las áreas urbanas de Jordania se están ahora desplazando a los campos de refugiados, donde su vida es mucho más precaria e insegura. Sólo en los seis primeros meses de este año, el número de refugiados sirios que vivían en las ciudades y han buscado abrigo en el campo de Azrag, el segundo más grande del país, se ha multiplicado por cuatro: a mediados de 2014 acogía a 738 y ya son 3.658 personas.

Y es que, tras cuatro años de conflicto, los refugiados y refugiadas son cada vez más vulnerables. Sus ahorros están prácticamente agotados y la inmensa mayoría son incapaces de acceder al mundo laboral por los cauces legales, muy limitados. Los que en su día optaron por la capital, Amman, no eran conscientes de que llegaban a uno de los lugares con un nivel de vida más caro de todo Oriente Medio. Tampoco creyeron que el conflicto se alargara tanto.

Además, no les ha favorecido, precisamente, la reducción reciente que ha habido en la ayuda que les proporcionaba el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que se ha quedado prácticamente sin fondos ante la falta de respuesta internacional, y que exacerba aún más sus dificultades de supervivencia. Según datos del PMA, el 85% las familias de refugiados sirios en Jordania no consigue satisfacer sus necesidades alimenticias básicas, frente al 48% del año pasado. Pese a ello, el Programa de la ONU ha estado a punto de suspender el apoyo alimenticio que brinda a los 629.000 sirios que viven en el país, como anunció en julio. Afortunadamente, su llamamiento generó algunos apoyos que les permitirán seguir trabajando, pero con grandísimos recortes.

En total, hay unas 211.000 personas de origen sirio que viven fuera de los campos de refugiados y están en una situación de vulnerabilidad extrema, por lo que recibirán 14 dólares per cápita al mes hasta noviembre de 2015. Por el contrario, aquellos considerados «sólo» altamente vulnerables, otros 229.000, recibirán únicamente siete dólares y sólo hasta finales de este mes de agosto. ¿Qué se puede hacer con 7 dólares para 30 días?

Hay que recordar que los refugiados no tienen derecho a trabajar legalmente en Jordania, así que solo pueden sobrevivir pidiendo alimentos a sus vecinos, reduciendo el número de veces que comen al día o restringiendo los alimentos de los adultos para que los niños puedan comer, según reflejan los últimos informes de Norwegian Refugee Council y CARE. Además, a medida que se endeudan, aumentan otros problemas sociales paralelos, que agravan aún más su precaria situación y su futuro: acaban recurriendo al trabajo infantil, los niños abandonan las escuelas porque no pueden pagar el trasporte o los gastos colaterales o se incrementa el consumo de alcohol y de drogas.

Otro cambio detectado, en este caso por ACNUR, está generado por la falta de trabajo: el 34% de las familias de refugiados están ahora encabezadas por mujeres, pues son ellas y sus hijos las que sacan adelante como pueden al núcleo familiar, mientras que los hombres tienen que quedarse en casa, y esa situación de presión está dando lugar al aumento de la violencia en el seno de las familias, ya sea contra su mujer o contra los hijos.

Pero también la violencia general está aumentando en Jordania, un argumento utilizado por muchas familias que restringen los movimientos de las niñas en aras de su seguridad y del «honor familiar», eclipsando así toda consideración a la dignidad y derechos de las menores. Es una decisión que conlleva un límite en el acceso a su educación y sus oportunidades sociales. De hecho, tanto este afán protector como las dificultades económicas están contribuyendo al aumento de los matrimonios precoces y forzados de menores.

En Alianza por la Solidaridad trabajamos en Jordania proporcionando atención médica y psicosocial a las refugiadas sirias en una clínica en la localidad de Mádaba al sur de Amman y a finales de año también estaremos presentes en las localidades de Jerash y Ajlun, al norte del país donde se concentra un creciente número de refugiados. En esas clínicas, no sólo reciben atención sanitaria, sino que además se organizan talleres sobre prevención de la violencia de género, planificación familiar o sobre las consecuencias de esos matrimonios que truncan la vida de muchas niñas. No olvidarlas es una obligación. Ni a ellas ni a sus familias.

 

Ayuda a las personas refugiadas por la crisis siria

 


Imagen: © Dominic Chavez/World Bank. Distribuida bajo licencia Creative Commons
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