Cambios en el mundo y en la cooperación al desarrollo

  • Hay que tener conciencia del pasado para no perder el sentido del flujo. Hoy, 2014, hace cien años que empezaba la I Guerra Mundial, una guerra europea que se convirtió rápidamente en una guerra global.
  • Aunque la UE hoy haga las cosas de otra manera, como el mayor espacio de libertad y democracia del mundo que es, tiene una carga importante: Europa ha sido hacedora de guerras que se han extendido al resto del mundo. Por eso hemos de aplicar perspectiva histórica al momento actual, para entender mejor qué está en juego y aprender del pasado para no repetir errores.
  • El final de la Gran Guerra fue un momento importante: desaparecen tres grandes imperios (el ruso, el austrohúngaro y el otomano). La caída del Imperio Otomano supone un drama para el mundo árabe. Las tres grandes naciones de Oriente Medio —la persa, la turca y la árabe— habían estado históricamente unidas bajo diferentes estructuras, en formas de Imperios o Califatos, hasta principios del siglo XX. El Imperio Otomano fue el último gran Califato, y tras su desaparición la nación árabe no ha vuelto a tener ninguna estructura de referencia. El Imperio cayó en 1922, el califato fue abolido un año después.
  • Turquía y Persia (la actual Irán) continuaron como Estados-nación, pero los árabes se disolvieron en una amalgama de 22 estados, algunos bajo control colonial de Reino Unido o Francia. Los Estados que hoy pueblan el mapa del norte de África y Oriente Próximo son herederos de aquel reparto colonial. Sin embargo, ninguno de ellos es un Estado-nación, ya que el reparto colonial se hizo bajo criterios territoriales o tribales. Eso significa que, desde hace cien años hasta hoy, la nación árabe vive un período de excepción histórica: no ha vuelto a estar agrupada bajo una estructura común, como lo había estado hasta entonces bajo los diferentes califatos que se han sucedido a lo largo de los siglos.
  • Después de la II GM, tras la descolonización, vuelve a tener un cierto sentido un retorno a los países o a la forma existente antes de la IGM. Surgen países que vuelven a intentar avanzar por sí mismos, librándose de las ligaduras coloniales. En este nuevo juego se mezclan la política y la economía.
  • La economía mundial estuvo dominada, desde la Revolución Industrial, por Europa. Luego el liderazgo deriva hacia los EEUU, y en la actualidad el motor económico del mundo se halla en los países del Pacífico.

El mundo ya no se divide en países ricos y pobres

  • China ha producido en 2013 más ingenieros que todo el resto del mundo junto. Hoy asistimos al comienzo de un proceso de china_africaconvergencia en lo económico: los países menos desarrollados empiezan a crecer y a crear clases medias.
  • El G7, el grupo de discusión y asociación económica de las siete economías más poderosas, cuatro son países europeos más Canadá, Estados Unidos y Japón; se ha visto superado por el E7, el grupo de los siete emergentes. Entre ellos estarían dos asiáticos: China e India; dos islámicos: Indonesia y Turquía; dos latinoamericanos: México y Brasil; y Rusia.
  • El desarrollo no se reparte por igual. Un país puede tener un PIB extraordinario y su reparto puede ser desigual. Lo cierto es que todo el crecimiento que se está dando en los países emergentes se produce con enorme desigualdad. Y lo mismo ocurre en los desarrollados: Estados Unidos ya no crece, pero sus cifras de desigualdad si, y alcanzan cotas estremecedoras.
  • Así que, aplicando una variante del velo de la ignorancia de Rawls, ¿dónde nos gustaría nacer, en EEUU o en Brasil? ¿No preferiríamos nacer en Europa?
  • En cuanto a China, su aproximación al desarrollo es diferente de la nuestra. Con su política de cooperación, China busca tener consecuencias desde una perspectiva fundamentalmente económica. China llega a un país, con su propio personal, construye escuelas y autopistas, y se lleva la materia prima. No pone en marcha dinámicas positivas en las sociedades.
  • Esta influencia está cambiando bastante la actuación del mundo occidental en el desarrollo en África. A Europa le pesa la carga de los años de colonización, y la sensibilidad en África al respecto es hoy mayor que hace unos años.
  • Así pues, el mundo ha cambiado enormemente. Se han hecho cosas extraordinarias – aumento de la esperanza de vida o crecimiento de las clases medias, por ejemplo- pero quedan muchas otras por hacer.

Retos en un mundo multipolar

  • Hoy el mundo es multipolar, más complejo. En él, los problemas ya son globales y las soluciones deberían serlo también, pero las instituciones de gobernanza mundial no están preparadas para dar respuesta a este reto. No se puede gobernar el siglo XXI con instituciones del siglo XX.
  • No es lógico que las instituciones que gobiernan y toman decisiones sobre los bienes públicos globales tengan un reparto tan desigual de poder. Por eso, en 2014 se va a repensar los pesos relativos de los países que forman parte del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, instituciones ambas nacidas tras la II Guerra Mundial para reconstruir la economía y promover la cooperación económica internacional.
  • El Consejo de Seguridad de la ONU debería cambiar también. En una institución cuya principal responsabilidad es mantener la paz y la seguridad internacionales, y debiera tener representación de más países. Tardará en darse, si es que se da en algún momento.
  • Lo que pasa en Ucrania era impensable hace 10 años. En 2004, cuando ocurrió la revolución naranja, la gente salió a la calle en toda Ucrania como protesta por el resultado de las elecciones presidenciales. Aclamaban al líder prooccidental, perdedor en los comicios. Hoy, muchos de los protagonistas que se sientan a la mesa son prácticamente los mismos, pero la relación con Rusia es muchísimo peor.
  • Esto nos demuestra que cada vez son más frecuentes este tipo de situaciones en las que la única solución pasa por un entendimiento con Rusia. Es el mismo caso de Irán o de Siria, donde Rusia y China son claves.
  • Así, en Oriente Medio hay problemas serios a resolver: uno es el desarrollo nuclear de Irán, que tendrá altibajos, pero concluirá exitosamente.
  • Si sale bien será un éxito histórico. Si sale mal nos veremos abocados a otro conflicto grave. Requerirá todas las presiones necesarias sin necesidad de acciones bélicas.
  • Pero para eso necesitamos a Rusia y China en un estado de ánimo constructivo, y a Europa y Estados Unidos también.
  • En el caso de Irán, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad están de acuerdo, pero en el conflicto de Ucrania y Siria no. Ojalá estos desacuerdos no obstaculicen la resolución de la cuestión iraní: Israel, pieza clave en la región, no va a aceptar ninguna claudicación si lo de Irán no se resuelve satisfactoriamente.
  • Se trata de ejemplos negativos que nos retrotraen a la época de las zonas de influencia que vivimos tras la IIGM. Estamos repitiendo errores del pasado. Hoy no hay un gran riesgo de guerras entre Estados en un sentido clásico, pero sí de que se desaten otros tipos de conflicto de carácter más interno: guerras intraestatales.

Un paradigma insostenible

  • La sostenibilidad del planeta también está en riesgo. Europa debe darse cuenta de que hay que hacer sostenible el consumo. Sólo tenemos un planeta, si se nos muere no hay repuesto.
  • En materia de energía, aún con todos los cambios profundos que se están dando, seguimos sin librarnos de la contaminación: que Alemania esté quemando hoy el carbón que Estados Unidos le vende a bajo precio es parte de las contradicciones de un mundo cada vez más complicado.
  • Por eso, hay que seguir ayudando al resto del mundo, y además hemos de pensar qué hacemos de “lo nuestro”: de aquí a 2020, 2.000 millones de personas van a entrar en la clase media mundial, alcanzando ingresos que les sacarán de la pobreza. Esas personas que hoy comen arroz dos veces al día, tendrán poder adquisitivo suficiente como para poder comer un filete a la semana. Eso requiere vacas, campos, agua y alimentos. La presión sobre los recursos, con 2.000 millones de personas nuevas demandando, resultará insostenible.

 La paz y la estabilidad mundial

  • La mejor contribución que puede hacer Europa a la seguridad como bien público global es garantizar la paz dentro de sus límites geográficos. Lo hace. Sin embargo, no es suficiente: Europa debe asumir un rol activo y no ser un free-rider.
  • La UE surge como proceso de pacificación y reconciliación tras la Segunda Guerra Mundial. En aquel momento en el Pacífico, China y Japón se reconocieron pero no llegó a haber reconciliación. Eso lleva a que hoy sigan teniendo zonas de fricción en el cielo por los vuelos, y en el agua por las islas.
  • En Oriente Medio tampoco ha habido reconciliaciones. África, con países tirados con tiralíneas, lo mismo. Estamos en un mundo reconciliado por la parte europea y la estadounidense, pero sigue habiendo numerosos focos de fricción.
  • Europa ha hecho una gran contribución a la estabilidad mundial y, pese a todos sus defectos, es estructuralmente maravilloso que un grupo de países puedan poner en marcha tantas cosas juntos.
  • Por buscar un ejemplo en la química, existen 190 tipos de átomos. Más o menos el mismo número de países que hay en el mundo. La materia se crea inteligentemente: los átomos se unen en moléculas y crean estructuras nuevas. Un mismo átomo puede formar moléculas diferentes, y en todas se sigue pudiendo reconocer la identidad de los átomos que las componen.
  • Por eso, en un mundo globalizado necesitamos más instancias regionales que pongan en marcha dinámicas de cooperación y progreso.

La desafección hacia Europa

  • Hoy quedan tres países europeos entre las siete primeras economías del mundo. Dentro de diez años quedarán dos. En 2030 sólo Alemania aguantaría en la lista, pero en 2050 ya no quedaría ninguno. ¿Qué significa esto? Que los Estados europeos son demasiado pequeños como para competir por separado en el mundo del siglo XXI.
  • La actual desafección respecto de la UE, hacia Europa y hacia los gobiernos nacionales, es un problema de gran envergadura que debemos resolver. Para ello hay que poner en marcha el crecimiento y el empleo, de manera que regrese la prosperidad económica.
  • Lo que ocurrió con la crisis financiera es que llega cuando la UE aún no estaba completamente asentada, y con una estructura monetaria por finalizar. ¿Se hubiera podido hacer las cosas como Estados Unidos y poner el dinero necesario para salvar a la banca? Para Europa era más difícil hacerlo así, porque no disponía de una reserva federal.
  • Una de las cosas más preocupantes es la legitimidad, pues las instancias que toman las decisiones se alejan de ella. Pero lo cierto es que una mayor integración pone la toma de más decisiones cada vez más arriba.
  • El cambio en el mayor peso que va a tener el Parlamento Europeo en el futuro es un pequeño salto en esa dirección. Otro, es que en 2015 el presupuesto pasará un examen en las instancias europeas antes de ser aprobado por el parlamento español. Y es aceptable, porque hemos de pedir que los riesgos se asuman a nivel europeo, pero el también el resto de cosas.
  • La pérdida de soberanía se compensa con una mayor capacidad de influir en el mundo, de comercio, etc. No debemos pasar por alto que mientras mucha gente piense, quizás,  que las elecciones europeas de mayo son irrelevantes, hay muchísimas personas que querrían poder votar para entrar en Europa.
  • Además, hay demanda de Europa en el mundo: China no quiere vivir en un G2 con los Estados Unidos, porque le satisface más cómo actúa Europa.
  • Por eso, la recuperación del afecto hacia Europa debe llegar, porque a poco ejercicio de racionalidad que se haga, la alternativa es peor: fuera de estas instituciones hace mucho frio. Lo primero es creérnoslo, y que quienes tienen que hacerlo lo hagan mejor. Se ha de exigir con los mecanismos de la acción política, de la ciudadanía y de los votos.
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