
Julia Carlota Pop, defensora de los Derechos Humanos de los pueblos originarios y de la madre tierra. Es mujer indígena maya q’eqchí del municipio de Alta Verapaz, de Guatemala.
Julia es lideresa y vocera de muchas mujeres de su comunidad que no pueden alzar su voz. Las mujeres en Guatemala sido históricamente excluidas, marginadas, explotadas laboral y sexualmente. Violentadas por un sistema opresor que les niega su derecho a participar, a hablar, a exigir y reivindicar sus derechos y su igualdad ante el hombre.
Lucha por los derechos de las mujeres, para asegurar su participación en la esfera social y política y que no sean invisibilizadas por más tiempo. Su lucha también implica el acceso a la educación en todas las comunidades, en particular la alfabetización de niñas a las que les fue negado este derecho. Sueña con lograr un cambio en la siguiente generación, para que no solo se reconozcan los derechos de las mujeres, si no que puedan disfrutar de ellos.
Como mujer han tenido dificultades para ser parte de la lucha
En su niñez fue la “niña rebelde” en una familia muy conservadora, religiosa y machista, en la que sus hermanas se casaron muy jóvenes. Sin embargo, se rebeló porque quería una oportunidad para estudiar. Ella no quería esa vida de sufrimiento y sin descanso que les había tocado vivir a sus hermanas, quería una vida mejor para ella y todas las mujeres y no tener la obligación de casarse para servir a su esposo.
Ahora como madre quiere otra vida para su hija, por eso ella sigue en la lucha como defensora de los derechos de las mujeres. También quiere seguir ayudando a sus compañeras mujeres que todavía están calladas y sumisas. Quiere que se respete a las mujeres y sus derechos, sin violencia, ni exclusión y que las propias mujeres sean parte de este cambio social.
Su esposo falleció hace más de 4 años en la resistencia y lucha por los Derechos. Ella ha perdido el miedo a consecuencia del sufrimiento para sacar a su familia adelante, trabajando en lo que salía en condiciones de explotación laboral, humillación, e incluso violencia.
Ha abierto los ojos y ha perdido el miedo a reivindicar sus derechos y capacidad como mujer.
Ahora seguirá luchando, y seguirá en la resistencia exigiendo los derechos de las mujeres. Ha descubierto que siempre hay más oportunidades y quiere llevar su mensaje al resto de las mujeres y las niñas para que no pasen por lo mismo que ella y como forma de exigir sus derechos.