La situación de la seguridad alimentaria en Senegal

Thiébou Dieune, thiébou yapp, pollo yassa, domoda, mafé. Estos son algunos platos tradicionales de Senegal. Aunque tienen nombres diferentes, todos tienen un ingrediente en común: el arroz. Este cereal es el ingrediente ineludible de la alimentación senegalesa: el país posee el récord de mayor consumo de arroz per cápita de África Occidental. Sin embargo, su producción nacional es insuficiente para garantizar la seguridad alimentaria de toda la población, lo que hace al país altamente dependiente de la importación.

A pesar de que la región de Casamance es el eje principal de la producción agrícola senegalesa gracias a su clima, basta dar una vuelta al mercado de Kolda para descubrir que muchos de los alimentos que hay se importan de otros países: aguacates de Guinea Conakry, mandarinas de Marruecos, cebollas de los Países Bajos, leche en polvo de Francia…

Sin embargo, y aunque la actividad agrícola es la principal ocupación de la población de Casamance, la mayor parte de las explotaciones están dedicadas al uso familiar: de pequeño tamaño y con dificultades para modernizarse y cubrir las necesidades alimentarias del hogar durante todo el año. Además, la producción agrícola nacional se desarrolla principalmente en torno a la estación de lluvias (junio – octubre), por lo que una mala temporada de lluvias se traduce en una mala temporada agrícola. Estos factores repercuten de forma directa en la disponibilidad de alimentos, uno de los cuatro factores que se tienen que dar para asegurar la seguridad alimentaria (disponibilidad de alimentos, acceso físico y económico a los alimentos, el uso y la estabilidad).

La agricultura senegalesa está estrechamente relacionada con las condiciones meteorológicas, algo que ha empeorado por el cambio climático, cuyos efectos suponen un gran desafío para lograr la seguridad alimentaria en el país, que al igual que otras zonas del África Subsahariana, se enfrenta regularmente a crisis alimentarias y nutricionales. Desde el inicio del nuevo milenio, unos 30 millones de personas en toda la región subsahariana se han visto afectadas por cinco crisis alimentarias. En 2015, alrededor de 3,79 millones de personas padecían inseguridad alimentaria moderada y grave en Senegal, afectando más a la región de Casamance (Kolda, Sedhiou y Ziguinchor).

Para el 80% de los hogares de la región, la agricultura es la principal fuente de ingresos, el único para muchos de ellos. Esta falta de diversificación supone una carga adicional para muchas familias, sobre todo fuera de la estación de lluvias. En ciertas ocasiones, y ante la insuficiencia de sus cosechas y/o el aumento de los precios, optan por vender su capital acumulado, a menudo cabezas de ganado, en condiciones desfavorables; o bien, recurren a préstamos con un tipo de interés especialmente alto (entre el 25 y el 100%). En ambos casos, los resultados son dramáticos, ya que entran en una espiral de empobrecimiento y vulneración alimentaria de la que es difícil salir.

Este conjunto de factores exógenos, como las consecuencias del cambio climático, junto a factores endógenos como la baja productividad de la tierra y la falta de diversificación de ingresos, son los que dificultan la seguridad alimentaria en Senegal, contexto en el que se sitúa el trabajo de Alianza en el país, cuyo objetivo es mejorar las condiciones de vida de la población rural, con especial énfasis en las mujeres de la zona de Casamance.

 

 

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