Agua, tierra y dignidad: la esperanza que brota en el norte de Mali
Más de 250 familias desplazadas forzadas por el conflicto en Mali han encontrado en la solidaridad, la tierra y el agua un motivo para seguir adelante. En colaboración con la organización local GREFFA y con el apoyo de la Generalitat Valenciana, desde ActionAid trabajamos para proteger los derechos de mujeres y niñas desplazadas, mejorar el acceso a alimentos, agua potable y condiciones de vida dignas. Esta es su historia.
Huir sin mirar atrás
Los desplazamientos en el norte de Mali no cesan. La violencia armada, los ataques a comunidades y la inseguridad han obligado a miles de personas a abandonar sus hogares. En los sitios de Bawa1 y Bawa2, cerca de Gao, muchas mujeres llegaron con sus hijos, sin apenas pertenencias.
“Llegamos sin nada. Ni siquiera sabíamos dónde estaba el río. Teníamos miedo de alejarnos. Cruzábamos la maleza para buscar agua sucia. Ahora tenemos agua potable para nuestras familias.”
Leyla Habibou, desplazada de Tessit
El acceso a agua segura también era una necesidad urgente. Gracias al proyecto, se pudieron construir de un depósito de agua elevado y fuentes públicas en los asentamientos, un cambio vital para casi 3 000 personas.
Semillas que alimentan futuro
Además de la emergencia humanitaria, es necesario un trabajo para asegurar unos medios de visa sostenibles a las personas que han dejado atrás su hogar y han llegado sin apenas pertenencias. Pero en la comunidad de acogida Bagoundjé2, la solidaridad está a la orden de día: la población local cedió 1,5 hectáreas de tierra para que las mujeres desplazadas pudieran cultivar junto a la cooperativa agrícola.
“Lo que les pasó a ellas podría pasarnos a nosotras mañana. Por eso las acogimos como hermanas y les dimos tierra para que puedan trabajar y cuidar de sus hijos.”
Youhanatou Abdou, presidenta de la cooperativa de mujeres de Bagoundjé2
Juntas cultivan alimentos básicos como cebolla, lechuga, patata o tomate, comparten herramientas, semillas y hasta un triciclo para transportar la cosecha. Gracias a esta alianza entre desplazadas y comunidad anfitriona, las mujeres pueden alimentar a sus familias, generan unos pocos ingresos con los excedentes y recuperan parte de su autonomía.
“Hoy vendo mis verduras y puedo pagar la escuela de mis hijos. Pero necesitamos otro depósito de agua para regar. El que tenemos no da abasto.”
Agaichatou Mohamed, desplazada de Kongo Gamo
Espacios seguros para las mujeres y niñas en Mali
En las comunidades de acogida se han habilitado espacios seguros para mujeres y niñas que han sufrido, o están sufriendo violencia. Unos espacios donde ellas pueden recibir protección, asistencia médica gratuita y pueden ser derivadas para recibir más atención.
Apoyar y fomentar la resiliencia de las mujeres es clave para una respuesta humanitaria eficaz. Así también se apoya a las mujeres con formación para que puedan generar ingresos que les permitan tener cierta independencia y mantener a sus familias. Así se han realizado tallares para fabricar jabones o para fabricar productos de higiene menstrual reutilizables, ambas cosas fundamentales para la higiene de las mujeres en una zona donde hay muchas dificultades para acceder a este tipo de productos higiénicos.
La dignidad empieza por un baño seguro
En otra de las comunidades de acogida que ha recibido a personas desplazadas, Bazi-Haoussa (Ansongo), la falta de saneamiento era un problema grave. Las mujeres y niños debían hacer sus necesidades en la intemperie, con el riesgo de agresiones y enfermedades que eso conlleva. El proyecto ha permitido la construcción de bloques de letrinas seguras y adaptadas, mejorando la dignidad, la higiene y la protección.
“Antes teníamos que ir a la maleza, era peligroso. Ahora usamos las letrinas sin miedo. Están limpias y cerca de casa. Queremos que den las gracias a quienes hicieron esto posible.”
Salma W. T. Mohamed, mujer desplazada
Además, la instalación de las letrinas también ha contribuido a prevenir brotes epidémicos y mejorar la convivencia.
Esperanza en Mali
Las mujeres desplazadas y sus familias que han huido de la violencia siguen necesitando ayuda. Pero no quieren depender para siempre.
“Estamos agradecidas por el agua. Queremos trabajar, hacer pequeños comercios o cultivar. No podemos estar paradas todo el tiempo.”
Manchoulet Infahi, desplazada en Bawa1
Este proyecto es un paso más hacia la recuperación de los derechos y la dignidad de quienes lo han perdido todo. Porque sobrevivir no basta. También tienen derecho a vivir con dignidad, autonomía y esperanza.
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Desde ActionAid seguimos trabajando por los derechos de las mujeres y niñas en contextos de crisis. Tu apoyo puede marcar la diferencia.



























