Foro Social Mundial de Túnez 2015, bajo el signo de la transición
El Foro Social Mundial de Túnez nos acoge en una sociedad tunecina que muestra su perfil más abierto y deseoso de estrechar vínculos. El caos natural en estos encuentros, producto de energías liberadas, conversaciones entrelazadas y caleidoscopio de miradas, como resulta el propio quehacer político y el discurrir de una sociedad, viene precedido por una manifestación múltiple de banderas, enseñas y mensajes. Una marcha que se produce con un mensaje soterrado y compartido. Por un lado, el rechazo a la violencia; y por otro deja claro que la ocupación de la calle y el espacio público por la ciudadanía y las organizaciones está por encima del terror y el sectarismo.
Dos años nos separan del anterior Foro Social Mundial celebrado en este mismo lugar y quienes hemos participado en ambos trazamos un arco que les da sentido. Han pasado más de cuatro años desde que la inmolación de Mohamed Bouazizi abriera una ola de protestas en el Mundo Árabe, demandando apertura y democracia que se sostenían sobre una marejada de desigualdad, falta de oportunidades y pobreza. La marcha que abría el Foro Social Mundial de 2013, y el propio desarrollo de actividades, lanzaban un mensaje claro de que el cambio era posible y que podíamos consolidar la democracia, el respeto a los derechos y el desarrollo sostenible. Y ahí estábamos la sociedad civil o, simplemente, las personas.
Túnez era el primer país, el más avanzado en ese camino abierto en el Mundo Árabe. Luego vendrían los demás, nos decíamos; incluso nosotros mismos, inmersos todos en una crisis que resultó ser mucho más que financiera. Vivíamos las protestas y acampadas desde Grecia, España, Bruselas, Santiago de Chile, Nueva York… Ahora, en 2015, año de inflexión, hacemos balance y observamos las huellas de las políticas aplicadas en Europa y en muchos otros lugares del planeta; y vemos los resultados de las revoluciones árabes.
El Foro de 2013 nos mostraba también una sociedad civil tunecina vibrante. Bien podría ser el momento de que muchos jóvenes seleccionarían años después como uno de los recuerdos que marcaron su decisión de tomar las riendas como sociedad civil. ¿Futuros líderes?
Por todo ello, la decisión de celebrar de nuevo el Foro Social Mundial en Túnez en 2015 era importante. Lo es también, y mucho, para la propia sociedad que les acoge. Por ello, bajo una lluvia pertinaz, la marcha del pasado 23 de marzo, que abría el Foro, cobraba pleno sentido. Sabemos que es el momento de afrontar los riesgos, pero también de permanecer firmes. A la audacia le sigue la responsabilidad. El recinto universitario de Al Manar -el faro- volvía a vibrar.
Y para el futuro, las personas que nos hemos encontrado de Europa, de Latinoamérica, del Mediterráneo, con las que compartimos trabajo, proyectos, reuniones, identidades y tareas, vemos que tal vez sea momento de emigrar, que el próximo Foro Social Mundial debe cambiar de lugar y conectar más claramente con las energías y los movimientos globales; realizar una transición.
Retornamos en nuestros aviones a casa, pero lo que ha ocurrido en Túnez es importante. Y lo que ha protagonizado Túnez en estos años también lo es; más si cabe. Es el único faro -algunas luces aún son perceptibles en otros lugares– de los procesos de reforma y transición en ese Mundo Árabe sometido a enormes problemas, a unas tensiones y presiones que ni son propias ni ajenas al resto del mundo, y a Europa en especial. Por ello Túnez, sus organizaciones, sus gentes, líderes mujeres y hombres, su democracia y economía, necesitan apoyo aunque la atención mediática se desplace a otros puntos.
Sabemos cómo hacerlo y los principios en los que se basa la ayuda y el desarrollo para poder hacerlo mejor. Y lo sabemos, quienes se quedan y quienes subimos al avión, las organizaciones que nos conectamos, que el futuro se compone de una mezcla de responsabilidad y audacia que llamamos libertad.
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