Haití: ¿El país de la emergencia permanente?

«Haití, en solamente ocho años, ha sufrido un brutal terremoto (2010) que mató a más de 316.000 personas, varios huracanes destructores (Matthew en 2016 e Irma y María en 2017) y unas sequías que cada año son más seguidas y más graves. Resultado: 1,3 de cada 10 personas no tienen suficiente para comer, lo que se llama en términos oficiales «inseguridad alimentaria aguda» y aboca al país a grave crisis humanitaria.» Así nos cuenta nuestra compañera Rosa María Tristán la situación en Haití, en permanente emergencia, en su artículo para el Huffingtonpost.

Un leve resumen de lo que lleva pasado Haití desde 2010. Y, sin embargo, «A comienzos de 2018, menos del 10% de las 100.000 casas destruidas por el huracán Matthew de 2017 han recibido ayuda para un acondicionamiento adecuado para vivir y las perspectivas son nefastas en un 2018 donde se prevén fuertes sequías y más lluvias torrenciales.»

Actualmente Haití es un olvidado. La ayuda humanitaria prestada está reduciéndose con todo lo que queda aún por hacer. La comunidad internacional está abandonando el devastado país y sólo unos pocos seguimos trabajando duro para la reconstrucción de Haití apoyando a las organizaciones locales. Allí, la realidad se muestra triste, personas que «cada amanecer se enfrentan a la ingente tarea de trabajar para romper esa sensación general de que lo suyo no tiene remedio, que viven en un pedazo de tierra acosado por los desastres naturales geológicos y ambientales y, sobre todo, preso de su historia y avasallado por un mundo económico en el que se abre paso la corrupción consentida y el mercantilismo a costa del hambre ajeno.»

Mientras oímos cosas como que «un presidente de una potencia como Estados Unidos, por cierto directamente implicado en su situación, lo llama «país de mierda» no puedo por menos de recordar esas calles inundadas de basura plastificada de los productos que, con escasos aranceles, llegan a las casas haitianas desde su rico vecino del norte, ni los sacos de arroz con etiquetas ‘Made in USA’ (también es muy barato importarlo, aunque se hunda el mercado local) y tampoco puedo olvidar a los delegados de empresas textiles que trabajan para Wall-Mart y la texana JCPenney que conocí, por casualidad, en el aeropuerto de Puerto Príncipe y me hablaban de ‘lo barata’ que salía en Haití la mano de obra respecto a México». En concreto, 3,8 euros al día.»

Según el sector humanitario, la ayuda no debería ser menor a los 206 millones de euros para 2018. Estos 206 millones son para «invertirse en «la recuperación sostenible de 2,1 millones de personas» . Son menos de 100 euros para cada uno de esos seres humanos en 365 días, ni 30 céntimos por jornada. Realmente, conseguir que Haití deje de ser ‘un país en emergencia permanente’ no puede ser un imposible.» 

 

 

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