Personas migrantes y racializadas toman el control de sus propias reivindicaciones contra el racismo

manifestacion_contra_racismoPaula Guerra, José Heredia, Moha Gerehou y Julissa Jáuregui han participado en un debate en la sede de Alianza en el que se ha abordado el problema del racismo en España. Estas cuatro personas forman parte de un grupo más numeroso, conformado por personas migrantes y racializadas de distintas comunidades, que han decidido movilizarse contra toda forma de racismo en una manifestación que tendrá lugar el próximo 12 de noviembre, coincidiendo con el 25º aniversario del asesinato de Lucrecia Pérez, considerado el primer crimen reconocido abierta y unánimemente como racista.

La opinión es general: España es racista. Aunque la propia sociedad lo niegue, el racismo es un rasgo estructural. Este es el principal motivo por el que las comunidades afectadas por esta lacra han decidido tomar el control de su propio discurso, no depender de nadie y salir a la calle a señalar el racismo, profundamente imbricado en la sociedad y manifestado en innumerables vertientes y formas. El racismo no es solo las agresiones perpetradas por bandas neonazis, ni los comentarios despectivos a los que se considera  “diferente”. Los cuatro coinciden en que es una cuestión estructural que se manifiesta en dimensiones políticas, legislativas, económicas y sociales que van de la mano de un paternalismo y una serie de prejuicios que afectan a determinados cuerpos, vidas que son las de las personas migrante o racializadas.

Que España es racista, comentan,  no debería extrañar a nadie. Pero lo hace. Sistemáticamente se niega el racismo en nuestra sociedad. El racismo es malo, eso lo sabemos todos. Por eso, las expresiones racistas se revisten de otras muchas excusas: aludiendo al comportamiento, al carácter, a la cultura, a la idiosincrasia… pero sin hacer mención al origen o al color de la piel. Las propias instituciones reproducen estos mecanismos de disfraz del racismo, repitiendo los estereotipos en ámbitos como el educativo, el sanitario, el laboral… Uno de esos mecanismos que señalan es la Ley de Extranjería, una ley racista que clasifica a quiénes tienen derechos y quiénes no y que criminaliza y deshumaniza con aparatos como los Centros de Internamiento de Extranjeros, donde se priva de libertad a personas que están en situación administrativa irregular, es decir, no tienen papeles.

Comentan que la lucha contra el racismo es un proyecto político que busca cambios profundos y estructurales, y por tanto no acaba con el 12N, sino que necesita de un largo proceso donde desde su inicio exigen ser reconocidos como sujetos políticos.

Desde Alianza por la Solidaridad brindamos todo nuestro ánimo y apoyo a los convocantes por su acto de valentía al actuar sin el paraguas de organizaciones, tomando sus propias vivencias, su voz,sus testimonios y sus propuestas políticas para intervenir directamente en una lucha de la que ellos son los protagonistas, pero en la que hasta este momento han sido siempre otros quienes han dirigido la línea de actuación para combatir el racismo.

¡Te esperamos el 12 de noviembre!

¡Por una sociedad sin racismo!

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