Lineli, la enfermera al mando del centro de salud de La Carpa
El calor es asfixiante para todos, menos para los mosquitos. Estamos en las escaleras al borde del río, es el atardecer del final de la segunda jornada de atención bajo el Consorcio MAPA. Intentamos descansar. Hay una pequeña canoa amarrada a un poste de madera justo al final de las escaleras. Se mueve con la suave marea que trae el viento. Al fondo, detrás del bosque tupido, donde el río cambia su dirección y se aleja de la vista cae un sol naranja rodeado de nubes casi transparentes.
La atención avanza según lo planeado. En el colegio se desarrollaron las actividades de espacios protectores y en el centro médico no quedó tiempo libre para el equipo. Solo ahora, con el atardecer, llega la calma y podemos hablar con quien parece ser la dueña del centro de salud. Lineli, la enfermera de La Carpa durante catorce años. Ella está al mando, pues a la vereda solo vienen médicos a hacer su Rural y al terminar el año siempre se van.
Es Santandereana. Hace veintidós años llegó a San José del Guaviare, la capital del departamento de Guaviare. Quizás por amor, pero eso no lo cuenta. Trabajaba en el centro médico de San José cuando llegó la noticia de que en La Carpa se habían quedado sin enfermero. Fue ella quien propuso un sorteo para escoger el remplazo. Y se lo ganó. Dice que fue un cambio duro, que no quería venir a una zona rural, que no solo dejó la capital sino también a su marido. Es madre jefa de hogar, tiene tres hijas. La mayor es abogada, la segunda termina el colegio en San José –porque si se quiere entrar a universidad pública es mejor no terminar el colegio en La Carpa– y la menor está aquí con ella, tiene nueve años. Se ven todas una vez al mes, les gusta ir a bailar. Lineli disfruta asumiendo esta responsabilidad.
El deterioro de la sanidad en La Carpa
Cuando llegó a La Carpa en 2006 la situación era distinta. El centro médico estaba deteriorado, pero después de hacer talleres de derechos con la comunidad lograron una inversión de trescientos millones para mejorar las instalaciones. Solían tener comodidades para trabajar: siempre un médico disponible, la voladora (lancha rápida) estaba lista para desplazar pacientes por el río hasta San José, había suficientes insumos médicos y los pagos eran puntuales.
Pero la empresa encargada del centro se ha deteriorado. Cambiaron la voladorapor una ambulancia. Ahora, ni lo uno ni lo otro.Toca esperar cuatro horas hasta que llegue un vehículo desde San José para remitir una urgencia; los insumos son mínimos. Por eso no deja de agradecer lo aportado por el Consorcio en cuanto a medicamentos y capacidad de atención. Justo esta semana llegó el nuevo médico, de Ipiales y llegaron algunos insumos, siempre insuficientes.
La atención de emergencia que realiza el Consorcio MAPA es una experiencia muy importante para Lineli. Ella aprende y trabaja en equipo con los profesionales del Consorcio. Parece la jefe de un hospital en Bogotá. Articulando cada detalle. No se detiene en todo el día y está siempre impecable. Su pelo castaño bien peinado y el uniforme de enfermera como recién sacado de la lavadora.
Cuenta, lo último antes de que el sol se pierda detrás del río y los mosquitos hagan de las suyas, cómo hace un año se creció tanto el río que en el centro médico les llegaba el agua hasta el ombligo. Una emergencia que nunca pensó que ocurriría. Pero gracias al presidente de la Junta de Acción Comunal y al trabajo de la comunidad se consiguieron recursos para reubicar el puesto y sacarlo del borde de un río que, por lo menos hoy, corre tranquilo.
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