Madres aliadas en Siria
Hoy, día de la madre, queremos rendir homenaje a algunas de nuestras madres aliadas.
Una madre te quiere, te cuida, te protege. Está siempre a tu lado. Cuando te caes, te ayuda a levantarte. Y cuando el cielo se viene abajo, también.
Hace tres meses, el 6 de febrero, la tierra tembló en Siria y Turquía. Los pocos edificios que quedaban en pie y que guarecían a miles de personas desplazadas se derrumbaron. Miles de madres, muchas que ya habían tenido que huir de la guerra con sus familias, luchan ahora por seguir adelante. Te contamos algunas de sus historias.
Madres aliadas como Alia
Alia es madre de seis pequeños. Debido a la guerra, ya tuvieron que trasladarse al campo. Ahora, de nuevo, han tenido que cambiar de casa y están viviendo en un campamento de personas afectadas por el terremoto junto a otros parientes. «Estábamos [en] casa [cuando ocurrió el terremoto] y se sintió como el apocalipsis. Empezamos a gritar y, milagrosamente, escapamos con los niños. Cuando regresamos, poco después, encontramos el vecindario destruido».
Alia está preocupada por las condiciones de vida y económicas de la familia.
«[Desde el terremoto], todo es caro, como los recursos básicos, la calefacción, la comida e, incluso, los alquileres. Los comerciantes no muestran piedad pese a los tiempos tan difíciles que vivimos. (…) Pedimos [al mundo] más ayuda, especialmente para nuestros niños, que necesitan apoyo de salud mental, agua y alimentos».
Nejme
«Necesitamos de todo. Hemos perdido todo lo que te puedas imaginar». Nejme tiene miedo de volver a casa y su familia duerme en la calle, al raso. «Mi edificio no resultó dañado, pero el que está al lado sí se destruyó».
«Dios bendiga a la organización Violet [socia de Alianza-ActionAid]. Gracias a ellas, tenemos madera [como combustible] y comida».
Asia
«Nuestro edificio se derrumbó. Nos rescataron de debajo de los escombros. Nuestros amigos y vecinos murieron», cuenta Asia, madre de cuatro hijos a sus 28 años.
Violet les ha proporcionado colchones, mantas y tiendas de campaña. Asia reclama calefacción y baños para la higiene de sus pequeños.
Noor
«Estábamos dormidos y, de repente, sentimos que el suelo temblaba debajo de nosotros. Nos despertamos con miedo, terror y los gritos de los niños».
Así narra Noor cómo vivieron el terremoto. Su marido, que era el sostén de su familia, desapareció hace tres años, cuando ella estaba embarazada de su hijo menor. Desde entonces, Noor es la única cuidadora de sus tres hijos pequeños.
«La vida es dura especialmente en estas condiciones: guerra, terremotos y gente aprovechándose de la situación. Todo se ha vuelto más difícil».
Sobre su paso por el espacio seguro de Violet, Noor afirma sentirse bien con el equipo y quererles porque la han hecho sentir cómoda y la han ayudado, a ellas y a sus hijos, a aliviar el trauma y el impacto de los terremotos.