Obras de hidroeléctricas con participación de empresas españolas dañan el medio ambiente de comunidades indígenas en Centroamérica

Alianza por la Solidaridad, con motivo del DÍA MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE, que se celebra hoy, 5 de junio, denuncia cómo las grandes obras hidroeléctricas en América Latina, y especialmente en países de Centroamérica como Guatemala, en las que están implicadas empresas españolas, están destruyendo ecosistemas valiosos, a la vez que impiden el acceso al agua de decenas de miles de personas, generando pérdida de fuentes de alimentación y graves conflictos de división social.

La ONG, que trabaja desde hace 30 años en este continente, con proyectos de desarrollo sostenible y seguridad alimentaria, denuncia que las grandes represas o canalizaciones de ríos no sólo tienen efectos perversos sobre el medio ambiente, sino que no atienden a las necesidades de las poblaciones más necesitadas de su entorno.

Un caso paradigmático es el de Guatemala, donde hay en marcha 30 hidroeléctricas y, según un reciente informe, 19 empresas que han cometido abusos con los derechos humanos, de las el 42 % son extranjeras. Instituciones como el Banco Mundial, el Banco Holandés de Desarrollo (FMO) o el fondo suizo SIFEM han participado de su financiación.

El informe, del Centro  de Información sobre Empresas y Derechos Humanos destaca como, en 10 de los proyectos, no se ha consultado a las comunidades afectadas para que dieran su consentimiento libre e informado,  lo que no ha sido óbice para que el Estado haya otorgado licencias para la explotación de los recursos naturales de los que viven las comunidades indígenas.  Se estima que unas 150.000 personas de 500 comunidades, la mayoría indígenas, están siendo afectadas por estos proyectos.

Dos de los más importantes, por sus dimensiones, se llevan a cabo sobre el río Cahabón, que con sus 196 kilómetros de longitud, es uno de los más importantes de Guatemala. Sobre su cauce se construye el proyecto Oxec (Oxec I y Oxec II) y el proyecto Renace. Este último con una obra ejecutada por la empresa española Cobra (ACS), presidida por Florentino Pérez, se encuentra ya su quinta fase en construcción. Desde Alianza por la Solidaridad se puso en marcha una iniciativa de recogida de firmas dentro de su campaña TieRRRa, en defensa de las inversiones responsables, cuyo objetivo es exigir que se paralice la obra hasta que se haga un informe de impacto ambiental de todo el proyecto y una consulta independiente a los afectados. Esta campaña ya cuenta con más de 18.500 firmas.

Tanto los proyectos Oxec como Renace han generado un fuerte conflicto social en el entorno del río Cahabón, sagrado para la población indígena y considerado como uno de los más ricos en biodiversidad del continente.

Un recurso ante la Corte Suprema de Justicia de representantes de las comunidades mayas q´eqchi´s lograron hace unos meses que la Justicia parara las obras de Oxec I y Oxec II. Tocaron, así un modelo de desarrollo económico impuesto por los intereses nacionales y transnacionales.

Desde entonces, las presiones del sector empresarial han sido tan fuertes que, finalmente, según las informan a Alianza desde las comunidades, la Corte Constitucional ha fallado que las obras  Oxec I y Oxec II se reanuden al menos durante un año, aunque se reconoce que violaron sus derechos humanos al no haberse realizado consulta a la población.  Asimismo, ese fallo conmina a realizar la consulta (que ya no será previa, como así lo señala el convenio 169 de la Organización Internacional de Trabajo) con procedimientos provisionales que establece el propio Constitucional, en tanto que el Gobierno hace una ley al respecto.

Este fallo judicial afecta, asimismo, a la obra de Renace, que la empresa Corporación Multiinversiones (CMI) ha contratado con ACS y que canaliza más del 80% del cauce del río Cahabón, dejándolo prácticamente sin agua  a lo largo de decenas de kilómetros.  Renace, al igual que el proyecto Oxec, está siendo realizado sin haber consultado a la población indígena que vive del río. Este proyecto ha sido igualmente sometido a instancias judiciales por las comunidades q´eqchi´s.

Las comunidades indígenas y sus territorios, lejos de ser los primeros en obtener beneficios de estos proyectos hidroeléctricos, sufren los costes sociales y ambientales de estas inversiones que no son responsables. Las mismas, al ser comunidades muy dependientes de los recursos naturales, ejercen su resistencia frente a las empresas que amenazan con explotar sus recursos sin tan siquiera consultarles”, afirma Almudena Moreno, coordinadora del programa de Desarrollo Local Sostenible de Alianza por la Solidaridad, en activo en 17 países.

Alianza por la Solidaridad recuerda, asimismo, la persecución que sufren los defensores ambientales y de los derechos humanos en América Latina, con especial énfasis en Guatemala. Honduras y El Salvador, países que han sido objeto de resoluciones del Parlamento Europeo en las que se denuncia la impunidad de los autores de estos hechos y los elevados niveles de violencia que impiden el libre ejercicio de derechos.

Asimismo, hace hincapié en el dificultoso proceso de reconstrucción del tejido social tras la paralización de este tipo de proyectos, como ha podido constatarse en el río Cambalán, también en Guatemala, donde tras un grave conflicto social y gracias a la presión de la ciudadanía y de las ONG, la empresa gallega Ecoener Hidralia renunció a su realización a finales de 2016. Sin embargo, el conflicto intercomunitario que se generó aún continúa y los daños creados en las comunidades serán de difícil reparación.

2 comentarios
  1. Manuel
    Manuel Dice:

    Todos los megaproyectos , dañan el bienestar de los pueblos originarios desde hace muchisimos años,maya Ixil que somos nos solidarisamos para defender nuestros territorios y nuestros bienes recursos naturales en cada pueblos.

  2. Anibal Vasquez
    Anibal Vasquez Dice:

    Definitivamente no se puede permitir el desvío de los ríos ni su explotación para fines industriales o cualquier otro; se debe respetar a las comunidades menos favorecidas y no privarlas de sus recursos heredados ancestralmente.

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