La guerra de Ucrania cuadruplica los precios en países del Sur
El coste de los alimentos, el combustible y los fertilizantes en algunas de las comunidades más pobres se ha disparado en los últimos meses. Lo demuestra nuestro estudio comparativo en 13 países de África, Asia, América Latina y Oriente Medio. Allí se gasta el doble, el triple e, incluso, el cuádruple (!) que antes de la invasión de Ucrania, según los datos recogidos.
Precios posinvasión
Un paquete de pasta cuesta hoy un 275% más que hace tres meses en comunidades de Líbano, mientras que el precio de una barra de pan en Somalilandia es un 163% más alto. Hay lugares de Haití donde el aceite es un 120% más caro y en Myanmar el precio del petróleo ha escalado un 253%.
La investigación compara los precios actuales con los del 23 de febrero, es decir, el día antes de que Rusia invadiera Ucrania. En Etiopía, el coste de los fertilizantes ha aumentado un 196%, y un 142% el del gas para cocinar en Nigeria.
«El conflicto en Ucrania ha creado una tormenta perfecta de precios disparados de los alimentos, el combustible y los fertilizantes, afectando de forma desproporcionada a las comunidades locales a las que apenas les queda cinturón que apretarse”, explica Cristina Muñoz, directora de Alianza-ActionAid.
Decisiones drásticas
Se está registrando una escalada del hambre que probablemente empeorará en el futuro inmediato si no se toman medidas urgentes.
Rusia y Ucrania son dos de los principales exportadores mundiales de trigo, maíz, combustible y fertilizantes y la interrupción de las exportaciones está haciendo que los precios posinvasión se multipliquen. Esta subida tiene efectos especialmente dramáticos en regiones que viven mayoritariamente en el umbral de la pobreza y que ya se veían muy afectadas por las consecuencias del cambio climático, la Covid-19 y los conflictos. En muchos casos, son comunidades de difícil acceso, por lo que hay que sumarle el coste del transporte, ahora también disparado.
Nuestro estudio constata que la subida de precios está obligando a muchas familias a tomar decisiones drásticas. Los adultos, especialmente las mujeres, prescinden de comidas y sacan a sus hijos, sobre todo a las niñas, de la escuela. Muchos están vendiendo activos necesarios para futuros ingresos, como el ganado, y se están endeudando más.
Inminente crisis alimentaria
La rápida escalada de los precios posinvasión podría desembocar en una crisis alimentaria global aún más devastadora, mortal y duradera que la que se registró en 2007-2008. El Programa Mundial de Alimentos predice que hasta 323 millones de personas se enfrentarán a una inseguridad alimentaria aguda este año si la guerra continúa. Esa cifra podría ser aún más alta si la próxima temporada de siembra se ve afectada por los precios mundiales de los fertilizantes.
Resulta imprescindible tomar medidas a nivel nacional e internacional para afrontar la situación. El impulso de la agroecología, que reduce la dependencia de fertilizantes, y de las fuentes de energía renovables, así como la creación de reservas de alimentos y escudos de protección social figuran entre las medidas necesarias para mitigar esta crisis alimentaria y evitar las próximas.
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