Terremoto en Marruecos: una emergencia liderada por mujeres
¿Un terremoto podría ser una oportunidad para las mujeres? Seis meses después, estamos viviendo la respuesta a una emergencia liderada por mujeres en las comunidades de Marruecos donde trabajamos.
Después de unas dos horas y media en coche, a las 11, llegamos al punto de encuentro. Allí nos esperan Fatima Zarah y Siham para descargar el camión y hacer el traslado de los kits de alimentos a una furgoneta más pequeña, si no, no podrían llevarlos al douar de Samghort que se encuentra todavía a otra hora y pico de camino, subiendo por carreteras de tierra que corren paralelas al desfiladero.
En la furgoneta, llega también Fátima, madre de Fatima-Zarah para apoyar la distribución de la ayuda humanitaria que llegará a las 43 familias que, desde el pasado 8 de septiembre, viven en tiendas de campaña al lado de sus casas destruidas por el terremoto.
Las chicas son las responsables de este reparto, manejan la lista con las familias, para asegurarse de que ninguna se queda con las manos vacías y organizan la entrega.
En estos seis meses, hemos conseguido llegar más de 4.100 personas, especialmente, mujeres y niñas, de 13 remotos pueblos, de difícil acceso.
Terremoto en Marruecos: ¿una oportunidad para las mujeres?
Desde hace más de tres meses, 31 mujeres, la mayoría, jóvenes de 7 comunidades, están acudiendo a jornadas de formación de las que salen empoderadas. En estos talleres impulsados por la ONG local liderada también por mujeres Tamghart Noudrar -La mujer de la montaña-, con el apoyo de ActionAid, se habla de derechos, responsabilidades, autocuidados, trabajo en equipo, y de impulsar el papel de las mujeres.
“Las chicas están muy interesadas y emocionadas, si no, no habrían acudido a las 11 sesiones. La mayoría viene de pequeños pueblos que están casi aislados”, cuenta Mouna Guidiri, responsable de protección en la respuesta humanitaria de ActionAid en Marruecos.
Antes de estas sesiones, la gran mayoría no había oído hablar de los derechos de las mujeres, ni se planteaba que su papel en la comunidad podría ser distinto.
“Nunca había oído hablar de derechos, por eso no perdí la oportunidad de ir (a estos talleres) e incluso mis padres me animaron. Lo primero que aprendí fue que no debemos dejar de lado nuestros derechos. También he ganado más confianza, la capacidad de hablar delante de la gente y expresarme. Y también, cuando oigo algunos comentarios que no me gustan, me hacen más fuerte y ya no me impactan”, cuenta Siham. Fatima-Zarah lo corrobora y comenta que es algo que quizás oyó en televisión alguna vez. “Antes no sabía nada de derechos, pero he aprendido mucho”.
Las tres están impulsando un cambio en su comunidad, no solo asumiendo la responsabilidad de las distribuciones de emergencia, sino algo que va más allá. También están haciendo trabajo con otras mujeres en el espacio seguro con el que ahora cuentan. Una tienda donde poder reunirse, hablar y activarse Ya piensan en cómo difundir lo que han aprendido en estos talleres.
“Las mujeres están muy felices. Antes solían quedarse en casa, pero ahora tienen un espacio donde pueden aprender un montón de cosas”, dice Fatima-Zarah.
Una emergencia liderada por mujeres
Cuando les das una oportunidad, las mujeres responden. Es una de las motivaciones que mueven a Samira Errihoui, directora de Tamghart Noudrar, a seguir con su trabajo.
«Seis meses después, las tiendas siguen ahí, pero las mujeres tienen la oportunidad de salir, expresarse y reivindicar su papel en la comunidad. Las mujeres desempeñan un papel importante en la respuesta a la emergencia, a pesar de lo que piensen los hombres. Saben muy bien cuáles son las necesidades de las mujeres y sus familias», subraya Samira.
A veces, pasa muchas horas fuera de casa para apoyar a las comunidades afectadas por el terremoto, y tiene apoyos para cuidar de la familia, especialmente su hermana y su marido. “No todo el mundo entiende el papel que desempeña la mujer en nuestra sociedad, especialmente en las zonas rurales. Por ejemplo, la mayoría de la gente piensa que las mujeres deben quedarse en casa y cuidar de los niños. Y por «mayoría de la gente» me refiero a hombres. Eso es imposible, incluso en términos económicos. Pero estamos trabajando junto con otras organizaciones feministas para cambiarlo”.