Un tercio de las refugiadas sirias en Jordania y Líbano ha sufrido agresiones por ser mujeres desde que salieron de su país
Un estudio realizado por Alianza por la Solidaridad y UNFPA revela que una de cada tres refugiadas sirias en Jordania o Líbano, a la guerra y la pobreza, añaden la violencia de género, que se ha incrementado tras la salida de su país, según afirman las propias mujeres refugiadas. Un 10 % de ellas reconoce haber sufrido agresiones sexuales desde que abandonaron sus hogares y cerca de otro 10 % (el 9,6 %) asegura que ha sido agredida físicamente.
El informe realizado con financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID) y UNFPA, y presentado en Ammán hace unos días, pone en evidencia que el conflicto que tiene lugar en Siria desde 2011, y que ya ha causado cerca de 250.000 muertes y más de 11 millones de personas desplazadas, está vulnerando gravemente los derechos humanos de las refugiadas, situación que pese a los esfuerzos de las organizaciones humanitarias no está siendo atendida adecuadamente y que se enmarca en un contexto de precariedad, desplazamiento, alejamiento de las familias y hostilidad en las comunidades de acogida.
La presentación de este estudio coincide con la de otra investigación, coordinada y dirigida por Action Aid y Alianza por la Solidaridad y presentada en Jerusalén el día 10 de diciembre, como motivo del Día de los Derechos Humanos. Ahí denunciamos que el 39,6 % de las mujeres palestinas en Gaza entrevistadas han experimentado al menos un tipo de violencia por parte de sus parejas o familiares tras la «Operación Margen Protector», llevada a cabo por el Ejército israelí en 2014 y que acabó con la vida de 2.132 palestinos y palestinas, de los que el 70 % eran civiles.
Alianza trabaja en Jordania, precisamente, en clínicas de atención a la salud sexual y reproductiva para las refugiadas, en colaboración con el jordano Instituto de Salud Familiar (IFH, por sus siglas en inglés). Allí se detectan los casos y se les ofrece tratamiento psicológico, además de las consultas de ginecología, que también son gratuitas. Desde mayo está abierta uno de estos centros en la ciudad de Mádaba, en la que ha habido ya unas 10.000 consultas, mientras que en enero se inicia el trabajo en las localidades de Jerash y Ajlun, ambas también con miles de refugiadas.
Para que la de Mádaba pueda seguir funcionando es necesario el apoyo económico de la ciudadanía, y por esta razón Alianza lanza esta Navidad la campaña de recogida de fondos “Tu mejor mensaje para las refugiadas sirias”, dando a conocer la realidad de estas mujeres a través de las estremecedoras historias de tres refugiadas que han encontrado en estos centros el apoyo y la atención sanitaria y psicológica que necesitaban. Se trata de Fátima, Selma y Nermen (sus nombres son ficticios para proteger su identidad).
En general, se estima que en Jordania hay cerca de un millón de personas procedentes de Siria (650.000 oficiales) y en Líbano más de 1,2 millones, de las cuales más del 50 % son mujeres.
“La atención a las mujeres refugiadas es fundamental en este contexto. No sólo por los servicios sanitarios que reciben, y que en otro caso no tendrían, sino porque se les apoya con una atención psicosocial que saca a la luz una violencia que está muy invisibilizada, pero que hace muy difícil su vida y la de sus hijos”, señala la directora de Alianza, Ana Rosa Alcalde.
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Las agresiones, en espacios públicos
A través de 21 entrevistas individuales a mujeres sirias y trabajadoras sociales, 8 grupos focales con 94 mujeres y 385 encuestas a refugiadas de entre 15 y 49 años, el informe de Alianza concluye que un 32 % sufre o ha sufrido algún tipo de violencia desde que abandonó su país.
De las respuestas se concluye que la violencia de género contra las refugiadas es mayor en los espacios públicos que en los privados, siendo sobre todo emocional (el 24,2 %), seguida de la sexual (9,6 %) y física (3,4 %). Los principales culpables son los vecinos, los propietarios de las casas, taxistas, y empleadores.
En los espacios privados, los principales culpables de la violencia que se ejerce contra las mujeres son los maridos seguidos por otros parientes. Las mujeres señalan que hay menos violencia en los espacios privados que en los públicos, si bien en los grupos de mujeres se detectó que un 11,4% tiene miedo de sus maridos “casi siempre” y un 30 % “en ocasiones”, lo que explicaría el temor a señalarles como autores de la violencia, aunque por otro lado en las entrevistas de grupo, las refugiadas hablaron de la existencia de violaciones dentro del matrimonio. También es significativa la violencia por parte de la familia política, con la que las mujeres tienen que convivir debido a la situación de desplazamiento y la escasez de recursos para tener su propio hogar.
¿Y cuáles son las consecuencias de estas agresiones ? Pues que la mitad de las víctimas de violencia vieron afectada su salud, un 25 % físicamente, un 22 % psicológicamente y un 15 % por infecciones de transmisión sexual o por un aborto espontáneo.
Embarazos de las refugiadas
Otro dato a destacar es que, pese a los pocos recursos que tienen para vivir, el 45,7 % de las refugiadas sirias ha tenido un embarazo desde que dejó su país. En Líbano, de las mujeres que no tuvieron acceso a atención sanitaria durante su embarazo, la mayoría (un 78 %) destaca que fue por falta de dinero, el doble que en Jordania (un 37,5 %).
Además hay casos de embarazos no deseados, que no sólo se deben a un desconocimiento de los métodos de planificación familiar o de anticoncepción, sino a razones diversas: les preocupan los efectos secundarios de los anticonceptivos, o en muchos casos no pueden pagarlos. Un 30 % no especifica las razones. En los grupos de trabajo se detectó que también podía tener influencia, en algún caso, el hecho de que las agencias humanitarias les dan ayudas por número de hijos/as.
La compleja situación en la que se encuentran estas mujeres, está detrás de que cuatro de cada 10 no haya acudido a nadie cuando ha sufrido una agresión, alegando miedo ante las represalias, culpabilidad o desconfianza hacia los servicios de ayuda. Casi el 24 % se lo contó al marido, el 20 % a una familiar, el 10% a una amiga y sólo un 1,6 % acudió al médico o a la Policía.
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