¿Cómo seguir luchando contra la pobreza?

Hoy es 17 de octubre. Como cada año desde 1993, celebramos el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, que busca concienciar sobre la necesidad de erradicar la pobreza y la indigencia en el mundo.

El tema que Naciones Unidas ha elegido para la edición 2013 es «Trabajar juntos por un mundo sin discriminación: aprovechar la experiencia y los conocimientos de las personas que viven en la pobreza extrema». Este lema destaca la discriminación que enfrentan a diario las personas que viven en la pobreza, su marginación de las esferas política, económica y social de sus sociedades, y su falta de voz.

Hoy, cuando se cumplen 20 años de la institución de este Día Internacional, quienes queremos aportar en la construcción de un mundo libre de pobreza tenemos más motivos que nunca para señalar esta fecha en nuestro calendario y aprovecharla para la reflexión. El mundo está en constante cambio, y en estos dos decenios ha enfrentado desafíos que hacen que las viejas fórmulas de lucha contra la pobreza se muestren hoy obsoletas.

En el año 2000 la Asamblea de Naciones Unidas fijaba unos Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para 2015. Los ODM han sido criticados porque su enfoque se centra únicamente en los efectos del subdesarrollo y no en atajar sus causas, y su agenda excluye temas fundamentales para el desarrollo como son los Derechos Humanos o la reforma de las instituciones de gobierno mundial.

Pero más allá de las críticas recibidas, los ODM han supuesto un acuerdo político global, que diseñaba una estrategia articulada internacionalmente para la reducción de la pobreza, estableciendo metas concretas e indicadores para su seguimiento.

A poco más de dos años para llegar a la meta temporal establecida para el cumplimiento de los ODM, y a pesar de avances parciales en algunos de los objetivos, parece evidente que su logro no será posible en 2015.

Desde hace algunos meses, en el marco de Naciones Unidas se ha comenzado a trabajar en un marco post-2015 para la erradicación de la pobreza. Si el diseño del marco ODM se hizo casi exclusivamente desde el ámbito institucional, en esta ocasión la sociedad civil está siendo consultada por diversas vías para participar en el desarrollo de una agenda global de desarrollo post-ODM.

En la Asamblea de Naciones Unidas para el seguimiento de los ODM celebrada en septiembre, se habló de la necesidad de un marco único y unos objetivos compartidos por todos los actores del desarrollo, para trabajar conjuntamente y transformar la vida de millones de personas.

Desde Alianza por la Solidaridad, como Organización de Sociedad Civil, creemos que un mundo libre de pobreza después de 2015 ha de ser un mundo donde los derechos no dependan de tu lugar de nacimiento, donde hombres y mujeres seamos iguales de verdad y donde todas las personas tengan derecho a un desarrollo y un medio ambiente sostenibles. Los “nuevos ODM” han de ser “ODS” (Objetivos de Desarrollo Sostenible), abordando la sostenibilidad desde la interdependencia de sus tres dimensiones: social, ambiental y económica. El pilar básico que marque el camino del desarrollo para los próximos años ha de ser los Derechos Humanos: sus principios de igualdad y no discriminación, de participación y empoderamiento, de atención prioritaria a los colectivos en situación de mayor vulnerabilidad o la exigibilidad de la rendición de cuentas proporcionan un marco de comprensión amplio y jerarquizado sobre qué necesidades han de ser atendidas, y puede guiar la elección de las metas de la nueva agenda y los indicadores para su monitoreo.

Este nuevo marco de desarrollo ha de ser ambicioso, y más allá de la reducción de la pobreza económica, debe definir de forma diferenciada esa responsabilidad compartida, y abordar las desigualdades en sus diversas manifestaciones: de ingresos, de acceso a recursos, de género, de origen… entre países y entre personas. Este abordaje de las desigualdades se hace especialmente necesario para revertir el  injusto mapa de pobreza y desigualdad mundial que han dibujado las políticas neoliberales aplicadas en las últimas décadas.

El actual contexto de crisis económica, social y ambiental a nivel global hace que más que crisis, podamos hablar ya de un fallo sistémico. Irónicamente, en lugar de aprovechar la oportunidad para reescribir un marco de gobernanza mundial centrado en las personas, se está utilizando para promover medidas que suponen retrocesos de varias décadas en derechos que en muchos países creíamos ya garantizados.

Las recetas que algunos organismos internacionales siguen aplicando para luchar contra la pobreza (que entienden en términos puramente económicos, obviando sus dimensiones social y de desarrollo humano), son las mismas que se demostraron fallidas ya en la Latinoamérica de los años 70: austeridad, recortes en el gasto social, y una retirada del Estado del espacio económico, e incluso de las actividades de servicio público. Hoy, a pesar de que el enfoque se ha demostrado fallido, se sigue insistiendo en el crecimiento económico, el mercado global o la iniciativa privada como opciones clave para alcanzar el desarrollo.

El informe sobre España del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU, denunció en 2012 que las medidas de austeridad perjudican de forma desproporcionada al disfrute de derechos, especialmente de las personas y los grupos desfavorecidos y marginados: personas en situación de pobreza o desempleo, mujeres, menores, personas con discapacidad, personas mayores, población gitana, migrantes y solicitantes de asilo. Nuestro país, al igual que Grecia o Portugal, es testigo desde hace meses de la aplicación austericida de esas medidas, que hacen aumentar de forma alarmante la pobreza y la desigualdad en los planos nacionales. Esa misma pobreza y desigualdad que se pretende combatir a nivel global en el marco post2015.

El Gobierno de España está errando en sus políticas de lucha contra la pobreza, tanto a nivel interno como en su dimensión internacional. Ya en julio, Naciones Unidas alertaba de que España es el país que más ha recortado en Ayuda Oficial al Desarrollo: un 49,7%, que se une al 32,7% de 2011. Esto lo sitúa en los niveles de 1981, cuando España fue considerado país donante por primera vez en la historia.

Pese a sus (optimistas) previsiones de recuperación económica para nuestro país, que tasa en un 0,7% para 2014, nuestro Gobierno continúa recortando en Ayuda al Desarrollo. En el borrador de Presupuestos Generales del Estado presentado hace unos días, se prevé un recorte del 9,2% con respecto al año pasado. Además, se recorta un 10% el presupuesto de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, que unido a los anteriores recortes, acumula un descenso de más del 70% respecto a 2011.

Estos datos desmienten el discurso de cara a la galería defendido por Rajoy en la Asamblea de Naciones Unidas de revisión de los ODM. En él, hizo hincapié en que, a medida que creciera la economía española, nuestro país volvería a apoyar una inversión en cooperación generosa, inteligente y eficaz.

Hoy, cuando tratamos de dibujar colectivamente un marco de desarrollo sostenible para después de 2015, han de mantenerse los compromisos de financiación pública del desarrollo. La Ayuda Oficial al Desarrollo sigue siendo fundamental, especialmente en aquellos países donde la capacidad de movilizar recursos internos es menor, y porque la AOD cubre aquellos nichos, generalmente vinculados a la generación de capacidades y el empoderamiento de las personas, que la inversión privada difícilmente encontrará atractivos.

Por suerte, en nuestro país como a lo largo del mundo, el empoderamiento y la autoorganización de las personas aumenta a pesar de los recortes: cada día surgen nuevas formas de participación directa y nuevas expresiones de solidaridad ciudadana, que se perfilan como una oportunidad para seguir luchando contra la pobreza. Las personas no pueden suplir el papel de los Estados de garantizar el bienestar social y económico de sus ciudadanías, pero pueden (y de hecho lo hacen) exigirles a los Estados que cumplan ese rol.

Retomando el inicio de este artículo, desde Alianza por la Solidaridad tenemos claro que la única forma de luchar contra la pobreza es hacerlo junt@s: mediante alianzas entre distintos actores, públicos y privados, individuales y colectivos, de sociedad civil y de las instituciones públicas, con el objetivo compartido de crear un mundo en el que el único interés que mueva las decisiones políticas sea el buen vivir y el desarrollo humano de todos los seres humanos. La única forma de luchar contra la discriminación y la marginación de las esferas política, económica y social de las personas en situación de pobreza, es alzar la voz y rebelarse contra ello.

1 comentario
  1. maria del carmen
    maria del carmen Dice:

    siempre estoy oyendo por bocas de personas que hay que hacer algo ¡¡¡¡pero me llevan los demonios !!!! cuando les digo que hay una huelga y me contestan es que hoy no puedo!!!! coño entonces para esta gente que lo esta pasando mal y me contestan que no pueden ¿les digo que me digan cuando pueden ir a manifestarse? y que lo hacemos a su gusto como de una carta de restaurante
    ¿ escoja y decida? por que se puede luchar al gusto del consumidor ¡¡¡¡¡ es que todavía nos tienen que dar mas caña para que despertemos todos a una!!!! POR FAVOR BASTA YA DE DECIR NO PUEDO IR Y UNETE

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