Joanne, desde Haití: “Antes del huracán la situación era difícil, pero ahora es mucho peor”

Joanne Moise, de 28 años, vive en Jaquet, en la comuna haitiana de Jeremie, en Grand Anse, uno de los departamentos del país más castigado por el huracán Matthew. Está casada y tiene un hijo de 7 años, Riscade Jean-Louis, y una hija de 20 meses, Djoudny Sophiane. En sus manos sujeta una cáscara de coco frente a tres árboles derrumbados mientras cuenta que, desde el paso del huracán, su comunidad ha estado bebiendo agua de coco como única fuente potable de agua. Su casa quedó totalmente destrozada a las 4 de la mañana y tuvo que escapar junto a su familia a una iglesia cercana.

“Estábamos muy asustados. Cuando vimos que el huracán era realmente malo, nos reunimos para ver cómo podríamos resistir. Solemos hacer esto cuando los vientos son fuertes, pero éstos nunca antes habían sido tan fuertes”.

“Mi marido cogió a nuestro hijo y yo al bebé. Los pusimos bajo nuestros vientres para protegerles del viento. Cuando llegamos allí, miramos atrás hacia nuestra casa y ya no estaba allí. En ese momento rompimos a llorar, fue terrible. Lloramos a gritos. Nuestra casa ha desaparecido”.

Mientras estaban en la iglesia, ésta también colapsó y fueron rescatados por un comité organizado por la comunidad para apoyar a la población más vulnerable, ayudándola a resguardarse en lugares seguros. La familia y su comunidad se resguardaron en una escuela de un pueblo cercano que aún está en pie. Dos terceras partes de la población de Jaquet están actualmente en esa escuela.

Las 61 viviendas de su comunidad quedaron arrasadas por el huracán. “No poder vivir en una casa lo complica todo. Estamos sin cobijo, sin comida y sin dinero. Sin estas cosas no podemos sobrevivir”.

La comunidad subsistía del cultivo y venta de productos locales como cocos, mangos, naranjas, limones y papayas. El huracán arrasó estos cultivos y mató todo el ganado. Todo lo que ha quedado se ha compartido en la comunidad, pero ya no queda nada. La familia y la comunidad en su conjunto temen por su futuro: “Solía vender frutas y verduras y utilizar lo que ganaba para comprar cosméticos y tener unos ingresos vendiéndolos, pero tras el huracán, esto ya no es posible. Estoy muy preocupada por cómo podré mantener a mis hijos ahora”.

“Incluso antes del huracán la situación era difícil, pero ahora es mucho peor. Simplemente, no hay nada más para comer, no tenemos ropa. No queda nada”, añade mostrando su preocupación.

Joanne Moise también lidera Femmes en Action (Mujeres en Acción), un grupo de mujeres en su comunidad apoyado por la Federación Internacional Action Aid, con la que desde Alianza por la Solidaridad trabajamos conjuntamente en Haití, y con la que forma y enseña a sus vecinas y compañeras para que puedan contribuir en la prevención de enfermedades y mejorar los alimentos que cultivan.

“Tenemos un programa llamado ‘Solidaridad’, de manera que si alguien del grupo tiene un problema, se asume como un problema del grupo y todas tenemos que ayudar a resolverlo”.

Una vez pasado el huracán, Joanne y otras mujeres han aunado esfuerzos para apoyar a toda la comunidad: “Visitamos a todas las personas y estamos luchando para mejorar la vida de las mujeres porque este tipo de desastres nos golpean más duramente a nosotras”, explica.

“Quiero a mi comunidad. Por eso estoy aquí, no quiero irme a ningún otro sitio. Ahora hay buen entendimiento en nuestra comunidad y las mujeres son respetadas”.

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