Medios de comunicación de Bolivia se ‘sintonizan’ contra la violencia machista

Periodistas de siete medios de comunicación se han unido a la campaña “Sintoniza tu vida, borra la violencia” para la prevención de violencia contra las mujeres en el municipio boliviano de Quillacollo para concienciar sobre esta situación y promover la denuncia de estos casos ante las autoridades.

La campaña cuenta con la implicación de las radios Kancha Parlaspa, Urkupiña, Cepja, Gente y Época, el canal de televisión América TV y la Red Ada, que están llevando a cabo una consulta ciudadana en este municipio. Con esta iniciativa buscan conocer la opinión de los habitantes sobre la calidad de la atención en las diferentes instituciones que siguen este tipo de casos (Servicios Legales Integrales, Fuerza Especial de Lucha contra la Violencia y centros de salud) y que se encargan de remitir los casos a las instancias encargadas de los procesos.

Alianza por la Solidaridad y la Agencia Española de Cooperación (AECID) apoyan esta campaña ante las altas cifras que señalan que 4 de cada 10 mujeres han sufrido violencia sexual en algún momento de sus vidas. Con “Sintoniza tu vida, borra la violencia” se busca impulsar el periodismo cívico en los medios de comunicación y así promover que se acerquen a la población como primera fuente informativa para hacer llegar las demandas de la población de manera directa a las autoridades.

Los y las periodistas, acompañados de cámaras y unidades móviles, salieron a la calle en este municipio y durante dos horas de transmisión simultánea entrevistaron a las personas que transitaban por la zona. La consulta continuará en los próximos días en diferentes programas de los medios de comunicación participantes. Los resultados obtenidos serán enviados a las autoridades para que se comprometan a atajar los problemas a los que las mujeres se enfrentan al acercarse a denunciar casos de violencia.

Esther… tú no tienes la culpa

Esther, de 60 años, es una mujer quechua que vive en el municipio de Tiquipaya. Es madre de cuatro hijos y estuvo en una relación de matrimonio de hecho durante más de 20 años hasta que quedó viuda hace seis. Su testimonio forma parte de un estudio que Alianza por la Solidaridad que reveló que el 40 % de las mujeres de la provincia de Quillacollo ha sufrido algún tipo de violencia sexual.

Esther es abuela, su hija de 17 años tiene un niño producto de una violación: “A los seis meses de la muerte de mi pareja, mi hija fue violada al salir del colegio. Después de buscarla por varias horas la encontré golpeada, con la ropa arrancada y olor a bebida. Pensé que el mundo se rompía, la llevé al médico, hicimos la denuncia en la policía y la sargento me dijo que era una mala madre, que no cuidaba de mi hija y que le pasó eso por borracha”. Por falta de dinero y por el maltrato decidió dejar la denuncia sin efecto.

Su hijo menor consume bebidas alcohólicas con mucha frecuencia y es parte de varias pandillas. “Hace dos años, un viernes en la noche, él llego a la casa alcoholizado con cuatro amigos, me asusté porque tiraron la puerta y yo me encontraba con mi nieto en la habitación. Esa noche fue horrible y muy larga. Mi hijo, a golpes, me hace preparar comida para él y sus amigos, me agarra a patadas, quiso pegar al pequeño, así que lo oculte debajo de la cama y lo encerré en el cuarto”.

“Pensé que después de serviles la comida se dormirían o se irían, pero no, trajeron más bebida. De repente uno de sus amigos empezó a tocarme. Le dije que me respetara, soy un mujer de 60 años. El se rio, después vino el otro también a tocarme. Sentí un golpe que me tumbó en el suelo, me sujetaron los otros y ahí me violaron. Me violaron los cuatro amigos de la pandilla de mi hijo”.

“Grité para que me ayudara mi hijo, pero él no hizo nada, sólo miraba. Uno de los chicos que me violó dijo: ‘de qué lloras si eres vieja, agradece el favor que te hacemos’. Me levanté, me amenazaron de muerte diciéndome que me quedara callada o harían lo mismo con mi hija. Me fui al cuarto y esperé que la larga noche se convirtiera en día… y escuché que se fueron. Estaba golpeada, dolorida, sucia, sola”.

“Nunca presenté la denuncia por falta de dinero, por miedo, por vergüenza. ¡Qué iban a decir! Que estaba con olor a bebida, que yo incité a esos chicos a beber, que yo los seduje… todos dicen que es nuestra culpa, cuando no saben nuestras cargas. La violación es algo que nunca se olvida, yo no lo olvidaré hasta el día que me muera”.

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