Filipinas: La inversión en prevención de riesgo de desastres salva vidas

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La incidencia de los tifones, unido a la compleja orografía del terreno -muy montañoso-, y a la degradación medioambiental provocada por la erosión del suelo y la deforestación tiene como consecuencia que los tifones provoquen corrimientos de tierras que, como en este caso, pueden hacer desaparecer comunidades enteras. Por ello, durante más de 15 años entre otras líneas de trabajo se han llevado a cabo acciones de reforestación y recuperación de especies autoctonas que han permitido fijar el terreno, evitando los deslaves en las zonas rurales del interior. Mientras que en las zonas costeras se ha trabajado en la conservación y reforestación de manglares que actúan como barreras naturales contribuyendo a reducir la fuerza con la que entran los tifones.

Con el apoyo de nuestras socias locales, Institute of Social Order (ISO) y Center for Empowerment and Resource Development (CERD) plantamos 10.000 tallos de manglar en el barangay Pandan, Cabusao, y otros 11.000 en el barangay Vito, Siruma, ambas comunidades en la región de Bicol, Luzón, y la rehabilitación y mantenimiento de 100 Has. de manglar en el barangay Loyola, Hinatuan, en la región de Caraga, Mindanao. La supervivencia media de las especies ha sido del 70 – 75%, lo cual es un nivel alto, pero el secreto de este éxito radica en que previamente se ha trabajado con las comunidades y la plantación la hicieron personas voluntarias que se han implicado en el cuidado y vigilancia posteriores a la plantación, para evitar la tala ilegal.

También se ha trabajado conjuntamente con el Philippine Rural Reconstruction Movement (PRRM) y CONVERGENCE for Community-Centered Area Development en proyectos de desarrollo rural y prevención de riesgos.

Filipinas es uno de los países que más sufre el paso de tifones, con 22 tifones anuales de media. El impacto es tan alto que compromete seriamente las oportunidades de desarrollo de la población. En palabras de Leonor García, en su día coordinadora de los proyectos en Asia de Ipade “Comenzabamos a implementar pequeños proyectos productivos de pesca o agricultura, y de repente había un cambio de patrón climático, o llegaba un tifón y tiraba por tierra todo el trabajo realizado; por ello nos vimos obligados a incorporar la gestión de riesgos y la adaptación al cambio climático en nuestras acciones de desarrollo para minimizar así los impactos ambientales y conseguir la sostenibilidad a largo plazo”.

Por ello ha sido fundamental complementar el trabajo de prevención con la mejora de infraestructuras de agua potable, limpia y accesible y con actividades de generación de ingresos como el apoyo a un desarrollo comunitario sostenible de los recursos costeros de la provincia de Surigao del Sur .

La inversión en prevención de riesgos también salva vidas ya que permite fortalecer las capacidades de la población de hacer frente a este tipo de desastres y reduce su vulnerabilidad frente al próximo tifón. Desde APS hubieramos apostamos por trabajo iniciado en la adaptación de los efectos del cambio climático para limitar y prevenir los efectos adversos de las catástrofes naturales, tal como trabajamos donde nuestro programa humanitario y nuestro programa de desarrollo, en colaboración combinando proyectos que buscan incidir en el corto y medio a largo plazo.

El trabajo desarrollado hasta ahora por la cooperación española en algunas zonas de Filipinas demuestra la efectividad de esta estrategia. En las regiones de Bicol y Luzón central y en especial, el trabajo en prevención de desastres con la Gobernación de Albay (Bicol) han permitido el fortalecimiento de los mecanismos de alerta temprana y de respuesta inmediata, contribuyendo a un fortalecimiento de los sistemas de coordinación de emergencias, la puesta en marcha de centros de evacuación (mediante la adaptación y equipamiento de determinados colegios públicos), la formación especializada en la gestión de emergencias de personal especializado y la sensibilización de la población en general. Todo ello, se ha llevado a cabo en estrecha conexión con el Consejo Nacional de Coordinación de Desastres (NDCC) y su Plan Nacional. Todo este trabajo sin duda ha contribuido a reforzar la resiliencia, es decir la capacidad de afrontar un nuevo desastre y recuperarse de forma temprana, reduciendo la vulnerabilidad de las comunidades más pobres.

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