Un día, tras muchos trabajando en grandes corporaciones me di cuenta que el valor de mi nómina ya no era suficiente para levantarme cada mañana. Y armándome de mucho valor y, no menos miedo aterricé en el tercer sector, pero como reza aquella frase mítica: “Si lo puedes soñar, lo puedes hacer”. El destino me trajo entonces a Alianza. Aquí aprendí que hay personas que creen que cambiar el mundo, mejorar la vida de las personas es posible, y lo intentan con una determinación y una pasión que difícilmente se puede describir con palabras. Estoy aquí porque quiero formar parte de ese grupo de soñadores que creen que transformar el mundo es todavía posible.