Europa ya no ama a las mujeres
Todo trascurría normal, un día cualquiera, una sesión cualquiera en el Parlamento Europeo, ahora votamos esto, ahora lo otro. Todo trascurría normal hasta que llegó el turno de votar un informe elaborado por la europarlamentaria portuguesa Edite Estrela sobre uno de los temas que más pasiones desata: La salud y los Derechos Sexuales y Reproductivos. Resumido en los 160 caracteres del twit de la europarlamentaria Rebecca Taylor “Europarlamentarios de centro y extrema derecha y conservadores gritando para evitar la intervención de Mrs Estrela #vergonzoso”.
Entre gritos, el informe fue mandado de vuelta a la comisión de derechos de la mujer e igualdad de género, que ya lo había avalado previamente. Pocas veces se ha visto un espectáculo así de bochornoso en esta institución europea, pero demuestra la gran influencia que tienen en los europarlamentarios poderosos, los lobbys antielección arropados – y financiados- por el empuje de ideologías neoconservadoras y fundamentalistas contrarias al derecho a decidir de las mujeres sobre su cuerpo.
Algunos de estos grupos han llevado a cabo agresivas campañas en redes sociales y colapsado el correo de los eurodiputados relacionados con la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género. No obstante, su victoria fue relativa. Una gran mayoría de los eurodiputados también rechazaron el informe alternativo propuesto por la extrema derecha a través del grupo parlamentario “The Europe of Freedom and Democracy (EFD)”. Un informe fuertemente inspirado por los grupos anti-elección y contrario a los derechos de las mujeres.
El Parlamento Europeo tenía la oportunidad de erigirse en uno de los principales defensores de los derechos de las mujeres, unos derechos que se sitúan en el corazón de los valores de la Unión Europea, que se suele presentar como firme defensora de los derechos humanos. Hasta que estos se refieren a las mujeres y más concretamente al tema del aborto. Lo cual no deja de ser una paradoja cuando la mayoría de los países de la UE tienen una ley de plazos que permiten la interrupción voluntaria del embarazo y además han refrendado acuerdos internacionales en los que se comprometen a defender y garantizar la salud y los derechos sexuales y reproductivos. La decisión del Parlamento llega en un momento muy delicado en España, pues el ministro Gallardón podría interpretar erróneamente el visto bueno a la dura reforma de la actual ley de plazos que intenta imponer que según sus últimas declaraciones saldrá en las próximas semanas, y que la mayoría de la sociedad española no respalda.
La repercusión de esta mala decisión no sólo afecta a las vidas de millones de europeas, sino a la vida de millones de mujeres en todo el mundo, ya que el informe podría haber sido una directiva de la Comisión Europea para asegurar que la cooperación europea adoptara un compromiso fuerte y explícito con la salud y los derechos sexuales y reproductivos. Asimismo, en muchas ocasiones las políticas europeas son el espejo donde se miran otras regiones del mundo. Que Europa apoye los Derechos Sexuales y Reproductivos supone un espaldarazo a organizaciones y grupos políticos que están abriendo el debate de la despenalización del aborto en países como Bolivia, Chile o Ecuador, donde el aborto está altamente penalizado y se producen casos que sacuden las conciencias de la ciudadanía europea como el caso de Beatriz en El Salvador cuya vida corría serio peligro o la niña chilena de 11 años violada por su padrastro, embaraza y obligada a tenerlo.
Cuesta creer una posición tan reaccionaria -con falta de respeto incluida- contra unos derechos, que de garantizarse tendrían un enorme impacto en toda la sociedad. Todos sabemos que la mejor forma de reducir el número de abortos, no es prohibiéndolos, sino evitando los embarazos no deseados. También sabemos que prohibirlo no significa que las mujeres dejen de abortar, solo que lo harán en condiciones menos seguras con consecuencias más graves. El acceso a anticonceptivos, educación sexual y servicios de planificación familiar nos permite tomar decisiones informadas sobre la sexualidad y evitan los embarazos adolescentes. Si lo traspasamos a términos económicos- que últimamente es lo único que entienden los políticos – por cada euro invertido en planificación familiar se ahorran 4 euros destinados a tratar complicaciones derivadas de embarazos no planificados.
El informe subraya que «en ningún caso» debe promoverse el aborto como método de planificación familiar y pide políticas y medidas adecuadas para evitar que se recurra al aborto «por razones sociales y económicas». Pero también ponía de manifiesto las trabas en algunos países para acceder al aborto legal, seguro y accesible, y las graves repercusiones que tiene para la salud de las mujeres. Además, el informe planteaba cuestiones tan fundamentales para la salud de las mujeres como el acceso a revisiones ginecológicas y mamografías anuales, o la prevención y tratamientos de enfermedades de trasmisión sexual. Cuestiones con las que es difícil estar en contra, pero que se negaron a debatir.
El eurodiputado sueco Mikael Gustafsson, presidente de la comisión de derechos de la mujer e igualdad de género, expresaba su decepción por lo ocurrido: “Hoy es un día negro para quienes creemos que los derechos sexuales y reproductivos son claves para alcanzar la igualdad de género en la UE y más allá. Aquellos que están contra estas necesarias medidas viven en tiempos oscuros. Han demostrado que la intolerancia y los gritos son sus métodos preferidos”
Pedirles a los políticos que voten a favor de los derechos humanos y no bajo los dictámenes de una moral personal que pretenden imponer sobre todas las europeas, es simplemente pedirles que hagan su trabajo y que lo hagan bien. Que lo que es pecado para unos, no se convierta en delito para el resto; ese es el riesgo que corremos con un parlamento europeo que avala un retroceso en los derechos de las mujeres y que escenifica que desde luego Europa ya no ama a las mujeres.
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