Yihadismo, mafias y crisis migratoria en el Mediterráneo
Según leemos en los medios de comunicación, su viaje estaba centrado “en la lucha contra el yihadismo y la inmigración ilegal, en plena crisis migratoria en el Mediterráneo”. Una sola frase y tres fenómenos enlazados.
Algo más abajo encontramos el supuesto “fondo del problema” y su posible solución:
«El mensaje que quiere transmitir Rajoy con este viaje es claro: la lucha contra la inmigración ilegal no debe limitarse al Mediterráneo, donde desde principios de año se han ahogado más de 1.700 personas, sino que debe incidir en los países de origen y tránsito. Y la política de inmigración española –diseñada en realidad por su antecesor José Luis Rodríguez Zapatero– es la mejor prueba del éxito de este modelo: los cayucos que llegaban por cientos a Canarias se han reducido casi a cero».
La primera parte es cierta, pero con una salvedad. Desde Alianza pensamos que no se debe incidir en los países, sino “con” los países de origen y de tránsito si queremos ser eficaces, es decir, trabajar en una verdadera construcción de política migratoria que tenga en cuenta el contexto y las particularidades de cada uno. En Senegal, por ejemplo, no existe aún un documento sobre política migratoria que determine las responsabilidades de cada actor en el marco de sus actuaciones. Desde España se puede apoyar en este proceso.
En las horas que Rajoy estuvo en esta zona se habló mucho de ”cómo impedir que los jóvenes subsaharianos caigan en manos de las mafias de migración clandestinas” y de los efectivos que España ha cedido para instruir a la flota senegalesa y guineana. Es una ironía que sigamos haciendo elogio de una política de “vigilancia de costas” que tiene un coste económico tan elevado y que solo “desplaza” el problema de un territorio a otro, sin abordar las verdaderas causas.
El mensaje del presidente español no se centró en las soluciones, sino en las “amenazas” para nuestro país y la Unión Europea sobre las que hay que actuar con urgencia: las mafias clandestinas en las rutas migratorias, los grupos armados yihadistas del Sahel y los flujos migratorios a la UE por vía marítima que parten de determinadas costas. Y ¿qué tienen en común el auge del yihadismo en África Occidental, la migración de los jóvenes subsaharianos y el desplazamiento de sirios y población de otros países en conflicto?: La desesperanza. “El que duerme sobre el suelo, no teme caerse”, dice un proverbio. Y la solución no pasa por grandes proyectos de lucha contra el terrorismo.
Desde Dakar, y para organizaciones como Alianza por la Solidaridad, que trabajan sobre las causas profundas de los desplazamientos de población en los países de origen, en tránsito y destino, que apoyan el desarrollo, nos resulta evidente que se omiten conceptos clave que explican la llamada “crisis migratoria en el Mediterráneo”.
En cooperación al desarrollo, una vez definidos los problemas, lo que requiere la participación plena de los implicados, las soluciones se “transforman” en objetivos, que serán el “esqueleto” de nuestras acciones.
Acciones en lugar de barreras
Ante la dificultad de vivir en zona de conflicto (que genera, inseguridad, graves poblemas de salud y subsistencia), se trabaja en un plan de desarme de los diferentes grupos armados, se apoya el proceso de paz, se colabora en las emergencias que requieren los sistemas sanitarios, se procura la reducción de la producción de armas.
Ante el acaparamiento de recursos naturales (ausencia de medios de vida), se limitan las inversiones no responsables, regulando las condiciones de extracción de materias primas y recursos, trabajando por la igualdad del valor del trabajo en todos los países.
Ante la escasa escolarización de los niños, se ponen en marcha planes de desarrollo integral de educación.
Ante la falta de empleo y de perspectiva de vida, se promueven iniciativas de autoempleo y la formación profesional.
Ante la desigualdad de género y los abusos, se crean sistemas de protección de la infancia y de las personas vulnerables y se apoya a una sociedad civil participativa y transformadora con capacidad de influir en las políticas de sus países.
Estas y otras muchas acciones son las que estamos llevando a cabo las ONG en el terreno. Muchos dirán: ¿Y qué resultados se han conseguido hasta ahora? Y la respuesta, de momento, es que pocos, porque la política de fronteras e inmigración, los objetivos electoralistas y la industria del armamento y carteles de droga mundiales tienen mucho más peso con efectos inmediatos a corto y largo plazo. Pero esos pocos son fundamentales y van en el buen camino. Los tiempos de los procesos de transformación en el desarrollo son lentos y los medios de los que disponemos son reducidos.
J. W. Goethe dijo: “Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil”.
Pese a que muchas ONG lo estamos teniendo difícil para actuar sobre el terreno, seguimos creyendo en otro modo de abordar las causas profundas de los problemas, aportando soluciones que ponen por encima el acceso a los derechos de todas las personas allá donde estén.
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